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Vigorexia, el enemigo llamado músculo

En la actualidad, dentro de la llamada sociedad de la información por unos, del progreso y las tecnologías por otros, muchos son los trastornos que, con más inri, en los países desarrollados, están proliferando. Algunos generados por las drogas de diseño, otros por el estrés laboral, así como por el ajetreado ritmo de vida, lo que ha provocado una desesperante ola de cánceres. Pero existen otros, que de manera solapada y con avances de tortuga, están dando pasos de gigante en el reducido mundo del deporte. Concretamente, el de los gimnasios. Y su mayor trastorno, lleva por nombre vigorexia.

 

Éste, es considerado un trastorno mental cuya raíz no tiene porque ser alimentaria, pero cuyo componente patológico si coincide con la distorsión corporal y la preocupación obsesiva por la figura.

Sería por 1997 cuando un grupo digido por el psiquiatra Harrison G.Pope del Hospital McLean (Belmont, EEUU), acuñó este concepto. En la actualidad, y a pesar de que cada vez son más los avances dentro de la psicología así como conocimiento por parte de las sociedades, principalmente avanzadas, todavía no es reconocida como enfermedad médica internacional.

En EEUU se comienza a dar una muestra significativa. Nueve millones de podrían tener un desorden emocional cuya principal problema es la distorsión personal. Es decir, no pueden verse como en realidad son. Aunque suelen ser un tipo de patología, por desgracia, muy acuñada entre el mundo femenino, en este caso, los hombres son los que llevan la batuta.

Y es que en muchas de las ocasiones, el trastorno psicológico tiene un componente antónimo al de la anorexia, aunque en algunos manuales se le ha considerado como anorexia masculina. Cuanto más musculatura se consigue, la visión personal se concibe como debilidad ya que se sienten carentes de atractivo físico.

Se cita a EEUU, pero en la vieja Europa o la moderna unión, como se quiera llamar, esta patología viene pegando fuerte. España, ya es una de sus víctimas. Según datos ofrecidos por el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos se calcula que existen unos 700.000 casos.

Causas

Atendiendo simplemente a los signos, podrían evaluarse como una veintena de ellos. Desde la compulsiva manía de mirarse en el espejo, inversión del mayor número de horas para así poder aumentar la musculatura o la tendencia a monopolizar sus conversaciones con su entorno hacia el campo de la musculación.

Pero dentro de este trastorno, son otros muchos los componentes, fuera del mero comportamiento del individuo dentro del gimnasio, los que van dilapidando la personalidad del afectado. Son los efectos psicológicos.

Con frecuencia, el cuadro obsesivo compulsivo suele ser unos de sus principios. ¿ Por qué?. En la documentación y estudios analizados, una constante se repite. El sentimiento de fracaso. Es decir, llega un momento en el que el abandono de sus actividades diarias o cotidianas pasan a un segundo plano. Su única meta es la musculatura.

Esteroides

Pero si existe un componente verdaderamente preocupante, ya no sólo por su nocivo empleo sino por la contradicción del concepto deportivo, es el uso de hormonas y anabolizantes. Más conocidos como esteroides.

En numerosos estudios como el llevado a cabo en 1996 por un equipo de investigadores de la Universidad de Yale, dirigido por la doctora Barbara Ehrlich, se concluye que los efectos nocivos del consumo continuo de estas sustancias puede desencadenar en daños irreparables que van desde los meramente psicológicos como la paranoia, alteración del sueño, ansiedad patológica o alucinaciones, hasta los víricos, es decir, contagio o transmisión de enfermedades. 

Entre las más comunes se encuentran la tuberculosis- el doctor cubano, Pedro Pablo Pino Alfonso, publica en 1998 un interesante estudio sobre el efecto de los anabolizantes sobre el ser humano y su desencadenante viral en la tuberculosis- infarto de miocardio, alopecia e incluso sida (en éste último con una mayor predisposición si la toma se asienta en el pinchazo y no en la ingesta de cápsulas).

Los esteroides son en sí una sintética versión de la testosterona, es decir, la hormona sexual masculina. Fueron desarrollados como tal allá por 1960 por el doctor John B.Ziegler, el cual, consiguió que estas sustancias produjeran lo que el cuerpo humano por sí solo crea.

Trastornos físicos, psicológicos u enfermedades. Pero aún queda más, mucho más. Por ejemplo, la proliferación de cuerpos externos como lo puede ser la llamada ginecomastia- agradamiento de las glándluas mamarias- o el aumento de la agresividad.

No se debe olvidar que los esteroides producen, sobre todo en sus primeras fases, euforia y bienestar, lo que en muchos de los casos la interpretación desencadena en violencia.

La abstinencia también es un problema. Al igual que otras drogas, los esteroides se comienzan a considerar como una sustancia de difícil ausencia una vez que el cuerpo humano la asimila, principalmente confudiendo el bienestar producido por la serotonina con los que crea estas sustancias.

Algunos de los consumidores que se encuntran en una fase de dejárlos, recurren a la administración de coriogonadotrofinas humanas (hCG), cuyo objetivo es mejorar la producción endógena de testosterona. Todavía no se ha demostrado si es un paliativo del llamado ‘mono’.

En definitiva, ¿puede considerarse deporte la práctica de actividades que en vez de mejorar el estado físico y psicológico lo empeoran?. Rotundamente, no. La belleza no es sinónimo de músculo o sí. Lo que no debe ser sinónimo de salud es el consumo de drogas. Y los esteroides lo son.

Otra aspecto es el componente patológico del trastorno, de aquellos que sufren una alteración de la conducta. Puede que la ayuda de su círculo de confianza sea la mejor terapia para convencer al afectado de que, al igual que otras muchos trastornos de la conducta, la ayuda de un especialista es necesaria. Lo que ocurre, es que la obsesión suele nacer de la ingesta de estas sustancias. El deportista no necesita de sustancias para sentirse fuerte y sano.

 

 

 

 

 

 

 

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