Las cifras que hablan a la influencia de los dispositivos móviles en los menores de edad realmente son llamativas. Seis de cada diez niños (un 60 por ciento) de entre diez y quince años tiene móvil ya, cuantía que asciende hasta el 95 por ciento en aquellos mayores de quince años. Esto tiene un efecto entre los adolescentes que no siempre tiene por qué ser negativo, pero que deriva en actitudes nocivas para la salud del menor.
La pediatra Luisa Mompó, responsable de la Unidad del Adolescente del servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Valencia reconoce al portal ‘Tu canal de salud’, que “no todo lo que rodea al móvil es negativo”. Según tal espacio, “en ocasiones puede proporcionar tranquilidad en caso de dejar a un menor solo o si acompaña a algún adulto en algún ámbito laboral”.
Pero lo cierto es que el empleo del móvil en demasía provoca el aislamiento social del adolescente. Una situación sumamente curiosa ya que habitualmente lo utilizan para interactuar con amigos, en contra de entablar conversación con su entorno más cercano en ese momento.
Según el portal, cabe recordar que el móvil resta tiempo a otras actividades productivas como puede ser jugar al aire libre, leer o relacionarse con otros niños. Además, afecta a al calidad del sueño. La pantalla emite un tipo de luz que interfiere en la producción de la hormona que facilita el sueño (melanina) y además nos obliga a estar pendiente de la pantalla cuando realmente se debe pensar en descansar.
Esa falta de sueño puede derivar en problemas mayores en adolescentes por el uso del móvil ya que pueden presentar disminución de atención o descenso del rendimiento escolar además de cambios en su forma de comportarse. ¿Lo mejor? Establecer unas reglas de uso que dependerán de la edad y la madurez del menor en cuestión.