Termina el verano y vuelve la imposición de tareas y horarios que convierten la vida de cualquier persona en una tediosa rutina. Realizar una adecuada transición del ocio al trabajo es importante para evitar que nuestro el estado anímico pase factura y perjudique al resto de personas que conviven en el entorno familiar y laboral inmediato. Por ello numerosos estudios apuntan a que realizar unas mínimas pautas de adaptación a la normalidad, evita padecer el síndrome de depresión postvacacional que se manifiesta en estados anímicos como la tristeza, apatía, irritabilidad, falta de concentración, insomnio, cansancio y estrés.
La depresión postvacacional no es una enfermedad, sino una reacción normal y transitoria ante el cambio de hábitos y el contraste entre el ocio y el trabajo. Sin embargo, puede afectar al rendimiento laboral y al bienestar personal si no se afronta adecuadamente.
Para superar la depresión postvacacional, se recomienda seguir una serie de medidas que faciliten la adaptación al nuevo ritmo y que mejoren el estado de ánimo. Algunas de estas medidas son:
- Planificar el regreso con antelación y evitar volver el día antes de incorporarse al trabajo. Así se puede tener tiempo para deshacer las maletas, ordenar la casa y preparar todo lo necesario para el día siguiente.
- Retomar gradualmente la rutina y los horarios habituales, especialmente los del sueño y las comidas. Esto ayuda a regular el reloj biológico y a evitar el jet lag o el desfase horario.
- Mantener una actitud positiva y enfocarse en los aspectos positivos del trabajo, como los proyectos interesantes, los compañeros agradables o las oportunidades de aprendizaje. También se puede aprovechar para fijarse nuevos objetivos o retos profesionales que motiven e ilusionen.
- Cuidar la alimentación y la hidratación, evitando el consumo excesivo de alcohol, café o alimentos grasos o azucarados. Estos pueden alterar el sueño, el ánimo y la salud en general. Por el contrario, se debe optar por una dieta equilibrada y variada, rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, pescado y frutos secos.
- Practicar ejercicio físico de forma regular, al menos tres veces por semana. El ejercicio libera endorfinas, que son unas sustancias químicas que producen sensación de bienestar, placer y euforia. Además, el ejercicio mejora la forma física, la autoestima y la salud cardiovascular.
- Buscar momentos de ocio y relajación durante la semana, como leer un libro, ver una película, escuchar música, meditar o hacer yoga. Estas actividades ayudan a desconectar del estrés laboral y a recargar las pilas.
- Mantener el contacto con los amigos y la familia, ya sea por teléfono, redes sociales o en persona. El apoyo social es fundamental para combatir la soledad, el aislamiento y la tristeza. Además, compartir experiencias, anécdotas o consejos con los seres queridos puede ser muy gratificante y divertido.
- No compararse con los demás ni idealizar las vacaciones. Cada persona tiene su propio ritmo y sus propias circunstancias. Lo importante es aceptarse a uno mismo y valorar lo que se tiene. Las vacaciones son una oportunidad para disfrutar y descansar, pero no son la única fuente de felicidad.