La vitamina K es un nutriente imprescindible para que el cuerpo esté sano. Entre otras cosas ayuda a la coagulación de la sangre y la salud de los huesos. Por eso es importante mantener unos niveles correctos de vitamina K, que se pueden ingerir de forma natural principalmente a través de múltiples frutas y verduras.
Dónde se encuentra la vitamina K
La vitamina K se encuentra presente en multitud de frutas y verduras como:
- Verduras de hoja verde (espinacas, acelgas, lechuga, etc.)
- Vegetales crucíferos (brócoli, col, coliflor, coles de Bruselas, etc.)
- Espárragos.
- Guisantes.
- Frutas como las ciruelas, zarzamoras, uvas, moras y arándanos.
Asimismo, contienen también vitamina K:
- Algunos aceites vegetales.
- Los granos de soja.
- Especias como el curry, el pimentón y las hierbas aromáticas.
- La carne, el pescado, los huevos y los cereales integrales, aunque en menores cantidades.
La vitamina K también se puede ingerir a través de suplementos alimenticios multivitamínicos. No obstante, esto no se debe hacer sin consultar antes a un médico, ya que puede producir hipervitaminosis.
Qué beneficios tiene la vitamina K
Como se ha mencionado, la vitamina K es un nutriente indispensable para tener unos huesos sanos. Los estudios han demostrado que las personas que consumen alimentos ricos en vitamina K tienen huesos más fuertes y menos posibilidades de rompérselos.
Por otra parte, la vitamina K también ayuda a la coagulación de la sangre, lo que evita que se pierda mucha sangre al sufrir una herida. En relación con el corazón, también puede reducir el riesgo de padecer enfermedades cardivasculares, ya que ayuda a tener la tensión arterial bajo control.
Además esta vitamina tiene también propiedades antioxidantes, lo que evita el envejecimiento prematuro y el desarrollo de cáncer y otras enfermedades. Además, algunos estudios señalan que es importante para mantener equilibrados los niveles de insulina. Este nutriente incluso puede prevenir la aparición de alzhéimer, ya que mejora las capacidades cognitivas y la memoria, y reducir el riesgo de padecer cataratas.
Déficit de vitamina K
La cantidad de vitamina K necesaria para cada persona depende de la edad y el sexo de la misma. En edad adulta, los hombres necesitan 120 microgramos al día, mientras que las mujeres tienen suficiente con 90 microgramos.
En cualquier caso, tener déficit de vitamina K no es algo habitual. Si se sigue una dieta rica en frutas y verduras, se obtendrá suficiente vitamina de este tipo para el organismo. Además, las bacterias del colon producen también cierta cantidad de ella.
Algunos síntomas de la deficiencia de vitamina K son:
- Aparición de hematomas con facilidad.
- Menstruaciones abundantes.
- Hemorragias comunes (sangre en heces, orina o nariz): como consecuencia de una lenta coagulación.
Los grupos con mayor riesgo de sufrir este déficit son:
- Recién nacidos: la leche no contiene suficientes niveles de vitamina K, ni los neonatos tienen bacterias intestinales que la produzcan, por lo que se les administra intramuscularmente para evitar riesgo de sangrado.
- Personas que toman fármacos inhibidores de la coagulación sanguínea o antibióticos durante mucho tiempo.
- Personas que se han sometido a una cirugía bariátrica.
- Personas con problemas hepáticos graves y problemas de absorción de grasas (ya que es una vitamina liposoluble, que necesita de grasa para ser absorbida).
- Personas con fibrosis quística, enfermedad celiaca, colitis ulcerosa o síndrome del intestino corto, trastornos que disminuyen la cantidad de vitamina K que absorbe el cuerpo.
En caso de tener sospecha de que se padece de déficit de vitamina K, es recomendable acudir al médico para realizar un análisis que medirá la velocidad de coagulación. Si es así, el especialista pondrá en marcha un tratamiento para tratar el problema de acuerdo a su causa.