La UGR, como parte de la Red Española de Universidades Promotoras de Salud (REUPS), en la tercera edición de la iniciativa «Un mensaje saludable por un objetivo común» y coincidiendo con la celebración día Internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria, acompaña a la Dra. Rodríguez en el análisis de la incidencia de los TAC en la sociedad actual y el impacto de pandemia en su prevalencia.
La Dra. Sonia Rodríguez forma parte del grupo de investigación HUM-388 (Psicofisiología Humana y Salud) y cuenta con amplia experiencia docente, investigadora y asistencial en el ámbito de los TCA. Especialista en Psicología Clínica y de la Salud participa en el programa asistencial para TCA de la Clínica de Psicología de la Universidad de Granada.
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son enfermedades severas, complejas, que pueden suponer un riesgo para la vida por el alto impacto mental y físico. Estos trastornos pueden afectar a personas de todas las edades (aunque normalmente se inician en la infancia y adolescencia), siendo más frecuentes en mujeres y en países occidentales. Además, los TCA alcanzan una de las tasas más altas de mortalidad de todos los trastornos mentales y conllevan una significativa carga personal, interpersonal, social y económica.
Los TCA muestran una alta comorbilidad con otros trastornos mentales y físicos que pueden preceder, coexistir o surgir como complicaciones del propio TCA. Entre los trastornos mentales ellos se encuentran los de ansiedad, del estado de ánimo, de abuso de sustancias, por estrés postraumático, de autolesión no suicida, de personalidad y del neurodesarrollo. Por su parte, los trastornos físicos incluyen alteraciones de los sistemas neuroendocrino, cardiovascular, óseo, gastrointestinal, dentario y reproductivo.
Mientras que la pandemia por COVID-19 ha deteriorado la salud mental general, los efectos han sido especialmente graves para las personas en riesgo o que padecen un TCA. Se ha informado de un incremento significativo de los síntomas de TCA, de ansiedad y depresión comórbidos, y se ha registrado un aumento en el número de hospitalizaciones.
Los datos de prevalencia (basados en los criterios diagnósticos del DSM-V) obtenidos en población joven a nivel mundial, muestran hasta un 2.6% de mujeres con anorexia y bulimia nerviosa (0.3% de hombres) y un 6.1% de mujeres con trastorno por atracón (0.7% de hombres). Sin embargo, la prevalencia de otros TCA que no cumplen todos los criterios diagnósticos es mayor (especificados: 11.5% de mujeres y 0.3% de hombres; no especificados: 4.7% de mujeres y 1.6% de hombres). En España, unas 400.000 personas padecen problemas de salud mental relacionados con la alimentación y el 90% de ellas son mujeres (Confederación Salud Mental España, 2021). La incidencia de TCA también ha aumentado durante la pandemia comparada con años previos, especialmente en el caso del trastorno por atracón.
Por tanto, el tratamiento de la insatisfacción corporal y la disminución de dietas restrictivas es crucial para frenar el crecimiento de la población en riesgo de TCA. Recientemente, realizamos una serie de experimentos dónde pusimos a prueba un tratamiento de exposición al espejo del propio cuerpo en población de riesgo y con bulimia nerviosa. Las pacientes pudieron atender libremente a las partes del cuerpo que evitaban, por el juicio y la crítica que hacían sobre ellas. Además, pudieron expresar y aceptar lo que pensaban y sentían logrando así habituar la respuesta emocional y fisiológica asociada (movimientos oculares, cortisol, tasa cardiaca…). Los resultados fueron sorprendentes porque no sólo disminuyó la insatisfacción corporal a nivel subjetivo y fisiológico, sino también el ansia por la comida y el resto de sintomatología específica de TCA y comórbida (ansiedad, depresión, baja autoestima…).
Hallazgos recientes apuntan que los programas de prevención e intervención para TCA son más efectivos si incluyen terapias de exposición en las que se favorezcan estos procesos de conciencia o atención plena: describir, expresar y aceptar emociones asociadas a la reactividad hacia la comida y el cuerpo. Según la teoría del aprendizaje inhibitorio, las terapias de exposición logran eliminar asociaciones con miedos centrales de los TCA vinculados a estos estímulos y crean nuevas asociaciones no amenazantes.