Los colores del PTS son el amarillo y el blanco. El amarillo corresponde a los cascos de las legiones de obreros que lo construyen. El blanco es de las batas de los científicos que recorren los pasillos de metacrilato de los edificios ya terminados. Es la Granada del siglo XXI. La Granada que viene y que el PTS simboliza. El PTS es el Parque Tecnológico del Campus de la Salud y el siglo XXI es este que corre tan rápido y que debe dejar atrás las quejas y atraer la innovación y el conocimiento.
El PTS tiene ya más de diez años de historia y se encuentra en un momento contradictoriamente dulce para la ciudad en la que vive. Aunque todavía no ha terminado ninguna de las obras emblemáticas que darán sentido a este proyecto -el hospital y la línea de metro- cientos de profesionales e investigadores, sin contar las hordas de obreros que construyen viales, urbanizan parcelas y levantan edificios, acuden cada día con sus batas blancas y sus móviles de última generación a un PTS que se encuentra ya vivito y coleando y que goza de muy buena salud.
El diagnóstico es que el PTS ha logrado una simbiosis con las obras en curso y al mismo tiempo recibe a diario a cientos de empresarios, investigadores y profesionales que pululan y alimentan el amplísimo recinto que ya dispone de todo lo bueno de Granada.
Cuenta con fantásticas cafeterías y restaurantes (la del BIC, la de la Biomédica y el restaurante del PTS instalado frente a la rotonda del Hospital) que ofrecen los contundentes desayunos granadinos en un ambiente de lo más ‘techie’ (tecnológico).
Una ración de futuro
Las cañas con sus tapas y la oferta de suculentos menús del día que se anuncian por doquier convierte el recinto de investigación en un campus universitario con todas las de la ley a falta de una buena ración de futuro que completará, con las inauguraciones e inversiones previstas, un espacio tecnológico que hará de Granada una de las mejores referencias biomédicas de la Unión Europea.
Sin embargo, el PTS es prácticamente invisible para los granadinos, salvo la espectacular vista que desde la Circunvalación y la Ronda Sur ofrece la construcción del gigante hospitalario, una de las mayores inversiones que ha hecho nunca la Junta de Andalucía en Granada.
Varias razones explican esta invisibilidad. La primera es que nadie va al PTS si no tiene razón alguna para ir. No es una perogrullada porque la segunda es que es una isla dentro de la propia ciudad. Veamos.
El PTS es un triángulo irregular cuyos vértices son el Hospital, el estadio Nuevo Los Cármenes y la salida de la Circunvalación hacia el Palacio de Congresos por la carretera de Armilla. ¿Qué sucede? Que los tres vértices están en obras y no permiten el acceso desde ninguno de ellos al propio Parque Tecnológico de la Salud, por lo que queda aislado.
Queda entonces la entrada por el ‘scalextric’ hacia la rotonda que da acceso a la avenida del Conocimiento y a los cuatro edificios que están operativos al cien por cien (BIC, Biomédica, López Neyra y Centro de investigación médica y farmacéutica). Esta rotonda es un gran carnaval de rayas amarillas sobre el asfalto cuarteado y que aglutina todas las obras en curso: el metro, el hospital y los accesos.
Desde el barrio del Zaidín nada ha cambiado. En un extremo está Ifagra, junto a la carretera de Armilla, y su mítica chimenea. Al otro las cocheras de la Rober y, a lo largo de estos dos extremos, una hilera de casitas pequeñas que arropan uno de los bordes del PTS y que jalonan las tres grandes urbanizaciones, moles de cemento y diseño a punto de cobrar vida. La última clave para interiorizar el PTS son las obras de la línea 1 del metro. Un transporte que unirá el PTS con la ciudad pero que de momento divide el Campus de la Salud por la mitad y lo convierte en una isla desconocida para el granadino.
Una de sus palancas
El paseo por este amplio bulevar desde el estadio Nuevo Los Cármenes hasta el otro extremo del PTS, donde esperan los bloques del Dr. House junto a Ifagra es lo más parecido a mirar el futuro. Lo mejor es bordear las vías del metro, prácticamente terminadas en muchos de sus tramos, y dejarse llevar interiorizando el PTS, sus distancias y los edificios que lo componen. Aunque todo esté en obras nada impide disfrutar de esta enorme avenida central en la que bajo la serena mirada del macizo de Sierra Nevada que se abre a lo lejos discurre el futuro de Granada. O al menos, una de sus primordiales palancas.
El PTS, generador de contradicciones, continúa latiendo. Sin haber siquiera terminado sus proyectos en curso, ya se ha quedado pequeño. Es otra buena noticia. El proyecto de ampliación aprobado establece la ocupación de casi 35 hectáreas -350.000 metros cuadrados-, pertenecientes al municipio de Ogíjares y otras 26,6 -260.000 metros cuadrados- que están en el término de Armilla. Hay más. Se incluyen 78,5 hectáreas -más de 780.000 metros cuadrados- de Granada y La Zubia, unas parcelas que están situadas al otro lado de la Ronda Sur, en plena Vega y linda con la autovía, el propio PTS y la A-44.
Mientras la ampliación llega, el horizonte marcado para que el PTS funcione a toda máquina es 2012, algo más de dos añitos. Cuando esté terminado, el número de trabajadores que acudirán cada día a este complejo biosanitario será de 14.000 personas, según las previsiones iniciales, que elevan hasta casi 25.000 las personas que harán cumplir el sueño de un PTS con todos sus proyectos terminados. Una inversión que a día de hoy es de 500 millones de euros y una capacidad pasmosa tanto de generar empleo de calidad como de riqueza. El PTS, según la Junta de Andalucía, aportará el 3% del Producto Interior Bruto de la provincia de Granada cuando esté a pleno rendimiento.
Mientras llega el maná del futuro el PTS carbura y acelera para demostrar que muy pronto, en vez de invisible y aislado, será el motor que logre que Granada encare el siglo con sus mejores armas: la Universidad y unas infraestructuras que, ahora sí, y por primera vez en su historia, serán en verdad irreprochables.