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Prevenir ante el sol que más calienta y achicharra

Los problemas del verano. Los aumentos de temperatura del cuerpo por el calor y por la exposición al sol, la pérdida de agua, las picaduras de insectos y medusas, los hongos a los que nos exponemos principalmente en las piscinas, las quemaduras solares y las infecciones urinarias son algunos de los peligros más comunes a los que cada verano nos enfrentamos y que debemos prevenir.

Cada estación del año llega con sus propias características que no siempre son del agrado de todo el mundo y el verano no es una excepción porque no a todos les gusta el calor, ni el exceso de humedad, ni tener que echar mano del aire acondicionado para no perturbar el sueño ni el tener que extremar el cuidado para evitar algunas de las cosas que nos molestan o perturban solamente en esta estación del año.

El verano tiene sus cosas, hasta sus propias enfermedades o afecciones y obliga a mantenerse alerta ante los problemas de salud que puedan surgir en estos meses en los que, además, la mayor parte de la población se relaja, sale de su rutina y se enfrenta a una climatología especial que invita, a la vez que limita, a realizar determinadas actividades.

En esta época queremos estar más cercanos a la naturaleza, ocupamos espacios en playas, salimos a comer fuera de casa y sin tantas prisas como lo podemos hacer cuando trabajamos, rompemos nuestra rutina del sueño y apostamos por la fiesta con amigos. Las altas temperaturas, la excesiva humedad, la proliferación de algunas bacterias, entre otras cosas, pueden suponer un riesgo para la salud de las personas. Si no se tiene especial cuidado y lo dejamos todo a la improvisación del momento, el verano se puede estropear para nosotros y la familia.

El verano tiene sus afecciones propias y es conveniente estar preparados, prevenirlas y hacerles frente cuando aparezcan conociendo cómo se debe actuar para prevenir cada una de ellas.

Deshidratación

Uno de los primeros problemas para los que debemos estar preparados es la deshidratación. Todos sabemos que estar hidratados es algo esencial para el buen funcionamiento del organismo, y en verano es cuando más prevenidos debemos estar. La deshidratación se produce cuando la salida de agua y de sales es superior a la entrada de éstas en nuestro cuerpo. Esta afección provoca golpes de calor, vómitos e incluso fiebre. Sus síntomas son la sed, no orinar mucho, dolor de cabeza, piel y boca secas o latidos cardiacos más rápidos de lo habitual. Ponerle solución es muy simple ya que basta con restituir los líquidos bebiendo agua o bebidas isotónicas. Para evitar las deshidrataciones lo mejor es consumir líquidos de manera continuada.

Otitis

Este problema llega por contagio en las playas y piscinas a través de bacterias que surgen por la combinación de agua y calor. Hay que tener especial cuidado con los niños, ya que son más propensos a padecerla porque pasan muchas horas en el agua en verano, y sus trompas de Eustaquio son más cortas que las de los adultos, por lo que los gérmenes llegan más fácilmente al oído medio. La otitis causa una inflamación muy molesta y dolorosa que impide realizar algunas actividades. Para prevenir esta infección es preciso no sumergirse en el agua de manera continua, o hacerlo con tapones para baño. Además, hay que limpiar los oídos con objetos adecuados y secarse después del baño con una gasa o toalla. Si la otitis ya se ha contraído, no se debe mojar el oído.

Hongos

Las piscinas son uno de los lugares donde es más fácil contraer infecciones causadas por los hongos, sobre todo el hongo denominado pie de atleta, que afecta a los pies. Este tipo de infección, llamado tiña podal de forma médica, tiene una duración breve o prolongada, según el tipo de hongo, aunque puede llegar a reaparecer si no se trata de manera adecuada. La piscina es uno de los principales focos donde prospera. Para prevenirlos se debe utilizar chanclas en el recinto de la piscina, especialmente en las duchas, donde los hongos son frecuentes.

Alergias y picaduras

La piel es en verano más sensible y vulnerable. El sol y el agua pueden provocar ciertas alergias, así como las picaduras de insectos o animales marinos. El protector solar tiene que estar a mano durante esta temporada del año, ya que puede provocarnos alergias o reacciones en la piel no esperadas. En verano hay más insectos, y las picaduras pueden causar inflamaciones, vómitos, mareos o fiebre. Abejas, avispas, mosquitos, pulgas, chinches… Hay que estar alerta y procurar usar repelentes de insectos mientras estamos en casa para evitar que entren en los hogares. Si se es víctima de picadura de insectos o de medusas hay que desinfectar la herida y aplicar amoníaco o cremas especializadas sobre ellas. En el caso de las avispas, hay que quitar el aguijón para evitar que el veneno se extienda.

Infecciones urinarias

Las infecciones de orina, como la cistitis, están provocadas hongos o virus en el sistema urinario. La causa más frecuente en los hombres es por infecciones bacterianas en la próstata, y en las mujeres tras las relaciones sexuales. Con la llegada del verano, la cistitis es más común, sobre todo en las mujeres, debido a la humedad de las prendas de baño. El agua demasiado fría también afecta a esta infección, ya que la zona urinaria en verano es más vulnerable al frío. Los síntomas de la cistitis son escozor a la hora de orinar y necesidad de hacerlo frecuentemente, color turbio de la orina o aparición de sangre en ella, dolor en el costado y fiebre en caso de infección grave.