Probablemente, junto al paracetamol, el omeprazol sea el fármaco más común en las casas españolas. El omeprazol con receta médica se suele utilizar solo o bien en compañía de otros fármacos con el fin de tratar problemas por reflujo gastroesfásico, cuando este va en dirección opuesta del ácido de estómago causa acidez y hasta posibles lesiones al esófago. Se utiliza para tratar el daño por ese reflujo (GERD) en adultos y niños de 1 mes de edad en adelante y para curar además de prevenir problemas estomacales.
Incluso, el omeprazol se utiliza para tratar y prevenir el regreso de úlceras causadas por cierto tipo de bacteria en adultos como el helicobacter pylori del que ya hablamos sobre qué es, las causas, los síntomas, el riesgo y la prevención que debemos llevar a cabo.
Estos son los casos en los que el omeprazol adquirido con receta médica se suele emplear. Cuando hablamos de aquel sin receta médica lo hacemos de un medicamento utilizado para tratar la acidez frecuente -2 días o más a la semana- en adultos. En realidad es un medicamento inhibidor de la bomba de protones y funciona gracias a que disminuye la cantidad de ácido producida por el estómago.
Cómo tomar omeprazol y precauciones especiales
A resumidas cuentas, según la recomendación de la farmacéutica portuguesa Mafalda Abad, el omeprazol se utiliza para úlceras duodenales; úlceras estomacales y esofagitis por reflujo; Síndrome de Zollinger Ellison (fenómeno por el cual el cuerpo produce una cantidad excesiva de la hormona gastrina) y esofagitis de reflujo en niños.
Cuando hablamos del omeprazol con receta, debes saber que se suele tomar una vez al día antes de una comida, llegando a incrementarse hasta a dos veces al día cuando se toma con otros medicamentos para acabar con el conocido ya helicobacter pylori, o tres para frenar demasiado ácido. Cuando tratamos el omeprazol sin receta, debes tomarlo por lo general una vez al día por la mañana, al menos 1 hora antes de comer y durante 14 días a lo sumo.
Los expertos recomiendan que no se repita este tratamiento más de una vez cada cuatro meses.
En lo que respecta a las precauciones especiales, fuentes oficiales de Estados Unidos aconsejan que informe a su médico o farmacéutico si es alérgico al omeprazol, dexlansoprazol, esomeprazol, lansoprazol o cualquier ingrediente del producto del propio fármaco. También aconsejan informar a su especialista en caso de estar tomando rilpivirina, ya que probablemente se le restringirá el consumo de omeprazol.
También debe indicarle a su especialista si suele consumir medicamentos o similares que no requieran receta médica como vitaminas, productos de hierbas, suplementos nutricionales. Asegúrese de mencionar los anticoagulantes o diuréticos. Además, recalque si su acidez se ha prolongado durante tres meses o más o si ha experimentado aturdimientos, sudoración o mareos junto con la acidez, dolores en el pecho, en brazos, hombros, dificultad para respirar, vómitos con sangre o dolencias en el estómago.
Otro factor que interesará a su galeno es si es de ascendencia asiática y si tiene o alguna vez ha registrado un bajo nivel de magnesio en sangre, o de vitamina B 12, osteoporosis, enfermedades en la cual su cuerpo ataca a los propios órganos –autoinmune- como una enfermedad hepática o un lupus eritematoso sistémico.
Efectos secundarios del consumo de omeprazol
Lo cierto es que un mal consumo de omeprazol puede derivar en problemas importantes de salud. Desde la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos (NIH) se recomienda informar a su médico si padece estreñimiento, gases, náuseas, diarrea, vómitos o dolor de cabeza siempre que lo considere grave o que no desaparezca esta situación. Son los posibles efectos secundarios.
Incluso, otros efectos secundarios que podría provocar el omeprazol son:
- Sangre en la orina.
- Micción menos frecuente.
- Sarpullidos en las mejillas o en los brazos que es sensible a la luz del sol.
- Nuevo empeoramiento de dolor en las articulaciones.
- Diarrea intensa con heces acuosas.
- Dolor de estómago o fiebre que no se quita.
- Convulsiones.
- Temblor incontrolable de parte del cuerpo.
- Nerviosismo.
- Espasmos musculares, cólicos o debilidad.
- Mareos y cansancio excesivo.
- Ronquera y ritmo cardíaco rápido, fuerte o irregular.
- Dificultad para respirar o tragar.
- Inflamación del rostro, la garganta, lengua, labios, ojos o las articulaciones.
FUENTES:
Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos:
Portal TuaSaude, farmacéutica Mafalda Abreu:
Síndrome de Zollinger – Ellison (NIH):