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Hacer cosquillas a los niños antes de dormir

Family with two children having fun at home.

Una buena dosis de cosquillas bien pueden incluirse dentro de los rituales que los padres ponemos en marcha cuando llega la hora de que los niños vayan a la cama. Las cosquillas generan confianza y bienestar en los más pequeños de la casa, pero ¡ojo! dado la amplitud del término “cosquillas” conviene hacer una puntualización: jamás propicies el nerviosismo de tu hijo al ir a dormir, por lo que aquellas que provocan las carcajadas del niño (y su subsecuente activación) no son nada recomendables.

Además, un reciente estudio ha demostrado que solo surten efecto cuando se está de buen humor.

 

Las cosquillas, más efectivas cuando se está de buen humor

Un estudio publicado en la revista Science, y llevado a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de  Humboldt en Berlín, mostraba evidencias de algo que ya se sabe: las cosquillas solo son eficaces si nuestro estado de ánimo acompaña.
A una muestra experimental de ratas, se les estimulaba con un mecanismo análogo al que provoca cosquillas en humanos, entonces se les activaba una zona en el cerebro, que está directamente relacionada con la risa. Sin embargo, si se sometía a las ratas a una situación de estrés, y se llevaba a cabo la misma operación, las cosquillas no surtían ningún efecto y no se presentaba ninguna activación en ninguna estructura cerebral.

El experimento parece ser un avance más para demostrar el componente emocional implicado en disfrutar de las cosquillas.

Las cosquillas ¿un somnífero efectivo? Todo depende

Entonces parece ser que las cosquillas vienen con instrucciones, con las ya vistas y con otras muchas. A niños y a mayores, una buena sesión de cosquillas, estimula y activa todos los sentidos, y no es el efecto que pretendemos a la hora de ir a la cama, si no todo lo contrario.

Por eso, las cosquillas intensas no son recomendables a la hora de ir a la cama. Lo que puede ser eficaz son suaves caricias con la yema de los dedos, en la palma de la mano, espalda, cabecita y cuello, que pueden resultar relajantes a la hora de conciliar el sueño. Y un último apunte, siempre que veamos a predisposición de nuestro hijo, ya que algunas personas son reacias a este tipo de contacto.

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