Según la Organización Mundial de la Salud, en el humo del tabaco hay unos 4.000 productos químicos conocidos, de los cuales se sabe que 250 son nocivos y más de 50 son cancerígenos para el ser humano. El humo en espacios cerrados es inhalado por todos, por lo que tanto fumadores como no fumadores quedan expuestos a sus efectos perjudiciales para la salud.
Qué es un fumador pasivo
Un fumador activo es aquella persona que consume tabaco de forma directa y bajo su propia voluntad. Puede ser fumador esporádico o consumir una gran cantidad de cigarrillos al día. Por el contrario, un fumador pasivo es aquel que, aunque no fuma, está expuesto con frecuencia a los efectos perjudiciales del humo que desprende el cigarrillo y que expulsa un fumador por la boca.
A diferencia del fumador activo, el pasivo no desarrolla una adicción porque la nicotina no entra a su cuerpo. No obstante, según indica la Asociación Española Contra el Cáncer, el humo expulsado por la boca del fumador es incluso más dañino que el que se inhala con el cigarrillo, ya que contiene concentraciones más altas de sustancias perjudiciales.
Consecuencias de inhalar humo para el fumador pasivo
Según datos de la OMS, de los más de 7 millones de personas que mueren al año por culpa del tabaco, cerca de 900.000 son fumadores pasivos o personas expuestas al humo ajeno, lo que alerta sobre el efecto de la inhalación de humo en no fumadores. El tabaquismo pasivo puede provocar:
- Irritación nasal, de los ojos y de las vías respiratorias (tos, flemas…).
- Cáncer de pulmón: el riesgo de padecer cáncer broncopulmonar se incrementa en un 35% en los fumadores involuntarios.
- Enfermedades cardiovasculares: los fumadores pasivos tienen un riesgo entre 25 y un 35% mayor de sufrir un infarto. La inhalación de humo también puede provocar cardiopatía y otras enfermedades coronarias.
- Enfermedades respiratorias: el humo del tabaco puede provocar el desarrollo de enfisema pulmonar y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). También aumenta la probabilidad de sufrir infecciones respiratorias y bronquitis.
Tabaquismo pasivo en niños
Según la OMS, 700 millones de niños respiran aire contaminado del tabaco y más del 40% tienen al menos un progenitor fumador. En 2004, de las 600.000 muertes prematuras atribuibles al humo ajeno, el 31% fueron niños. Los bebés y niños son más vulnerables a los daños provocados por el tabaco desde la propia gestación.
Cuando una mujer embarazada fuma, el feto debe ser considerado un fumador pasivo, ya que los componentes del humo del tabaco atraviesan la barrera placentaria. Esto puede provocar:
- Disminución del crecimiento de los pulmones del feto y un deterioro de su función.
- Aumento del riesgo de partos prematuros y abortos espontáneos.
- Alteraciones placentarias como desprendimiento prematuro de placenta y placenta previa, que aumentan las complicaciones del embarazo y parto.
- Aumento de las probabilidades de sufrir el síndrome de muerte súbita del lactante.
En niños pequeños el humo del tabaco agrava el riesgo de padecer asma, neumonía, bronquitis e infecciones frecuentes de las vías respiratorias inferiores. Asimismo aumenta el riesgo de sufrir enfermedades de mayor gravedad en la edad adulta.
Cómo evitar la inhalación de humo
Cuando el humo está en un espacio cerrado es inhalado por todo el mundo. Aunque sea invisible e inodoro puede permanecer en el aire hasta cinco horas. Ventilar o filtrar el aire de una habitación no reduce la exposición al humo de tabaco en espacios interiores a niveles que se consideren aceptables.
Sólo los entornos totalmente exentos de humo ofrecen protección eficaz. Por tanto, es imprescindible no fumar en espacios cerrados para evitar que el humo afecte a personas no fumadoras. Si eres un fumador pasivo, exige que no se fume en tu presencia.
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