Campaña. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición desarrolla una acción, dirigida a cuantos están interesados en cuidar su salud, destacando la importancia de continuar con el ejercicio físico en verano para controlar la diabetes, la obesidad y otras relacionadas con los lípidos y el riesgo cardiovascular
En verano hay que seguir cuidando la salud y la alimentación porque las enfermedades endocrinas no cogen vacaciones y hay que permanecer en alerta ante ellas. Las enfermedades endocrinas no cogen vacaciones, en el verano. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) lleva a cabo desde hace unos años una campaña especial para estas fechas, campaña que se desarrolla también en redes sociales como Twitter y Facebook y en la que se exponen recomendaciones de los especialistas de todas las áreas de trabajo de la SEEN: Nutrición, Diabetes, Obesidad, Tiroides, Lípidos y riesgo cardiovascular, Metabolismo mineral óseo, Neuroendocrinología y Endocrinología, Nutrición y Deporte.
Desde la Sociedad destacan que es importante seguir manteniendo las enfermedades endocrinas bajo control en verano y que adaptar la comunicación médico-paciente a todos los canales disponibles es una gran oportunidad para hacer llegar sus mensajes a la población para un mejor conocimiento y manejo de las patologías endocrinas más frecuentes y contribuir al bienestar de todos, en general.
La campaña, dirigida a todos cuantos están interesados en cuidar su salud, se desarrolla también en redes sociales de la SEEN destaca la importancia de continuar haciendo ejercicio físico para controlar enfermedades como la diabetes, la obesidad y las relacionadas con los lípidos y el riesgo cardiovascular, así como para mantener un buen estado de salud.
La primera de las recomendaciones que se realizan desde ese ámbito profesional es que se dé importancia a seguir durante el verano los tratamientos y que se lleve a cabo una alimentación basada en dieta mediterránea, con frutas y verduras de temporada y que sea muy equilibrada que incluya fuentes proteicas y grasas saludables. Además, hay que extremar las precauciones sobre la manipulación y conservación de alimentos en caso de viajes y altas temperaturas.
Abstenerse de consumir alcohol y bebidas azucaradas, y optar preferiblemente por agua e infusiones frías para mantener la hidratación.
Deshidratación
La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) alerta de las graves consecuencias que puede tener la deshidratación para el organismo, especialmente durante el periodo estival.
La deshidratación se produce cuando existe un balance de líquidos negativo, es decir, cuando se pierde más agua de la que se ingiere lo que obstaculiza la llegada de nutrientes a distintas partes de nuestro organismo, dificultando su funcionamiento. Durante el verano, por el calor y por la regulación de la temperatura mediante la sudoración, las pérdidas de agua que conocemos como insensibles aumentan y se eleva el riesgo de desbalance.
Cuanta más agua se pierde y no se compensa con la ingesta de líquido, más graves son las consecuencias para el organismo. Si la deshidratación es leve, sentimos cansancio, debilidad o dolor de cabeza, pero si la situación empeora pueden aparecer vómitos, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, así como una disminución del nivel de consciencia.
En casos extremos, las personas pueden llegar incluso a sufrir un golpe de calor cuando su temperatura corporal aumenta de forma inadecuada ante la exposición prolongada a altas temperaturas y, en consecuencia, requerir asistencia médica inmediata.
Se recomienda ingerir 2 o 2,5 litros cada día. Aunque esta cantidad debe incrementarse en determinadas circunstancias como cuando se realiza una actividad deportiva, o cuando se alcanzan altas temperaturas.
No hay que olvidar que el ser humano adquiere cada día el 75% del agua que necesita en forma de líquido y el 25% a través de los alimentos, especialmente las frutas y las verduras con un alto contenido en agua, que además presentan aporte vitamínico y minerales y repercuten directamente en el estado de hidratación.
La correcta cobertura de hídrica es fundamental, por ello, asegúrate de estar consumiendo un mínimo de 2 litros de agua al día a la que se le puede añadir saborizantes naturales como rodajas de limón, de pepino, de naranja.
Peligro de intoxicaciones
Las intoxicaciones alimentarias suelen verse incrementadas en los meses de verano debido a que el calor no controlado en un alimento puede desencadenar la alteración en el crecimiento de organismos patógenos en el mismo.
Algunas medidas a tener en cuenta para evitar este problema serían las de no romper la cadena del frío, controlar la correcta conservación de alimentos, sobre todo los depositados en la sobremesa largas horas que puedan ser sensibles al calor, consumir agua potable, lavar bien las verduras frescas y las piezas de fruta que vayan a ser consumidas con piel y mantener los alimentos sensibles al calor en el congelador o frigorífico a las temperaturas aconsejadas.
Disruptores endocrinos
Los disruptores endocrinos son sustancias químicas que interfieren en el sistema hormonal afectando al organismo. Trabajan activando las vías metabólicas y enzimáticas y esto puede derivar en un daño celular relacionado con el estrés oxidativo y que, a su vez, puede provocar problemas en los procesos hormonales.
Afectan a mujeres, hombres o incluso al bebé de una embarazada. Convivimos con ellosm con los plaguicidas que se usan en las hortalizas, ese tupper de plástico en el que calentamos la comida en la oficina, las latas de aluminio de las conservas, el alcohol…
La lista de disruptores endocrinos publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es enorme. Hay en torno a un millar de disruptores hormonales, por lo que sería casi imposible reproducirlos en una única lista. Los más habituales, se pueden clasificar en pesticidas, metales pesados como el mercurio, plomo y arsénico, plásticos, parabenos, ciertos alimentos como azúcar y alcohol que tienen efectos negativos sobre las hormonas, el aparato digestivo, el sistema inmunitario y el sistema nervioso debido a la activación de las citoquinas proinflamatorias.