Durante siglos, el mar ha sido sinónimo de salud y renovación. Hoy, gracias a su riqueza mineral y a los avances en su recolección y tratamiento, el agua de mar vuelve a posicionarse como una aliada del bienestar. Pero, ¿es posible beber agua de mar? Y si es así, ¿de qué forma hacerlo correctamente?
Agua de mar y salud: una combinación natural
Lejos de ser solo una solución para afecciones tópicas o limpiezas nasales, el agua de mar se está introduciendo poco a poco en rutinas orientadas al equilibrio mineral del organismo. Su alto contenido en magnesio, potasio, calcio y otros oligoelementos esenciales la convierte en un suplemento natural con aplicaciones diversas.
Diferencias entre agua isotónica e hipertónica
Para integrarla con seguridad en una rutina diaria, es clave distinguir entre sus dos formas principales:
- Agua de mar isotónica: diluida con agua dulce en proporción 1:3. Su composición se asemeja a la de los líquidos corporales, por lo que resulta más adecuada para el consumo habitual y la hidratación.
- Agua de mar hipertónica: sin diluir. Esta forma concentrada se utiliza en cantidades pequeñas, sobre todo para limpiezas, enjuagues o como suplemento ocasional.
Ambas variantes deben utilizarse de forma consciente y adaptada al objetivo: remineralización, digestión, higiene o aporte energético.
Consumo responsable y seguro
Antes de beber agua de mar, es esencial asegurarse de que procede de fuentes certificadas y sometidas a procesos de microfiltrado en frío. Iniciativas como las de Vizmaraqua permiten acceder a este recurso con total garantía, extrayéndolo de espacios protegidos como el Parque Natural de Cabo de Gata.
Unos pocos sorbos bien integrados pueden marcar la diferencia, pero no sustituye a una dieta equilibrada ni al consumo de agua potable convencional. Siempre es recomendable consultar con un profesional si se desea incorporar este tipo de suplementos de forma regular.