DestacadoNo me quedo embarazada: qué hacer tras un año buscando sin éxito

No me quedo embarazada: qué hacer tras un año buscando sin éxito

Llega un momento en que lo que parecía sencillo empieza a volverse frustrante. Meses de intentos, calendarios menstruales marcados, pruebas de ovulación, consejos bienintencionados, falsas alarmas. Y, sin embargo, el embarazo no llega. Esta es la realidad de muchas mujeres y parejas que se enfrentan, en silencio o con preocupación creciente, a una pregunta que no siempre saben cómo abordar: ¿por qué no me quedo embarazada?

La buena noticia es que no es necesario seguir esperando sin respuestas. Existen criterios médicos claros sobre cuándo es momento de consultar a un especialista, y las soluciones disponibles hoy permiten abordar el problema con enfoque, serenidad y respaldo profesional.

¿Cuándo es momento de consultar a un especialista?

Según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), se recomienda acudir a una consulta especializada cuando han pasado doce meses de relaciones sexuales regulares sin protección y sin embarazo. Este plazo se reduce a seis meses si la mujer tiene más de 35 años, o si existen antecedentes de enfermedades ginecológicas, ciclos irregulares o pérdidas gestacionales previas.

El Dr. José Manuel Navarro Pando, presidente del Grupo INEBIR y director de la Unidad de Reproducción Humana en Sevilla, es claro: “Muchos pacientes llegan tarde por miedo o por creer que consultar a un especialista es admitir un problema. En realidad, pedir ayuda es el primer paso para comprender qué ocurre y encontrar una solución adecuada, que muchas veces es más sencilla de lo que se imaginan”.

¿Qué esperar de la primera consulta médica?

A menudo se piensa que acudir a una clínica implica iniciar directamente un tratamiento complejo, pero no siempre es así. En INEBIR, la primera visita —gratuita y sin compromiso— se orienta a escuchar el caso, revisar los antecedentes y, si procede, pautar un estudio diagnóstico básico.

La infertilidad es una condición multifactorial. En algunos casos tiene origen ovárico, como alteraciones hormonales o baja reserva ovárica; en otros puede estar relacionada con las trompas de Falopio, el útero o incluso con el factor masculino. También existen situaciones en las que no se detecta una causa clara. Por eso, la primera etapa siempre es evaluativa.

El equipo médico suele realizar una revisión clínica completa, análisis hormonales en momentos determinados del ciclo menstrual, una ecografía ginecológica para valorar útero y ovarios, y un seminograma para estudiar la calidad espermática. A partir de estos resultados, se decide si conviene seguir intentando de forma natural o si es recomendable algún tipo de tratamiento.

No todo tratamiento implica FIV

Una idea extendida es que acudir a una clínica de fertilidad implica necesariamente comenzar una fecundación in vitro. Pero no siempre es así. En muchos casos, basta con regular el ciclo hormonal, mejorar la calidad del esperma o pautar una inseminación artificial.

Los tratamientos más avanzados —como la fecundación in vitro (FIV), la ovodonación o técnicas complementarias como ICSI o diagnóstico genético preimplantacional— se reservan para situaciones específicas: trompas obstruidas, endometriosis avanzada, fallo ovárico, edad materna avanzada o antecedentes genéticos.

El impacto emocional de no lograr el embarazo

Más allá de lo clínico, existe un componente emocional que muchas veces se infravalora. No conseguir el embarazo deseado afecta a la autoestima, a la relación de pareja y al entorno familiar. La llamada “infertilidad emocional” no es un diagnóstico médico, pero sí una realidad reconocida por psicólogos especializados.

Estrés, ansiedad, culpa, aislamiento. Son respuestas frecuentes que, si no se gestionan, tienden a agravarse. En INEBIR, el acompañamiento emocional forma parte del modelo de atención. “No podemos dejar de lado el bienestar psicológico, que puede llegar a influir en los tratamientos médicos y, además, marca la diferencia en cómo se vive el proceso”, señala el Dr. Navarro. Por eso, contar con apoyo psicológico desde el inicio no solo reduce la ansiedad, sino que permite tomar decisiones con más claridad y vivir el proceso con mayor serenidad.

Tratamientos disponibles: del apoyo básico a técnicas avanzadas

Una vez completado el diagnóstico, el equipo médico propone un plan personalizado. El enfoque suele ser progresivo, empezando por soluciones menos invasivas:

  • Inducción de la ovulación, en casos de ciclos irregulares o ausencia de ovulación.
  • Inseminación artificial, recomendada cuando no se detecta una causa grave o existen alteraciones leves en el semen o el cuello uterino.
  • Fecundación in vitro (FIV), indicada en casos más complejos, como trompas obstruidas, endometriosis avanzada, edad materna avanzada o baja reserva ovárica.
  • Ovodonación, cuando no es posible utilizar los óvulos propios. Esta técnica consiste en fecundar óvulos donados por una mujer joven, con semen de la pareja o de un donante, y transferir el embrión al útero de la receptora. Suele ofrecer tasas de éxito muy altas, especialmente en mujeres con fallo ovárico, menopausia precoz o alteraciones genéticas.
  • Técnicas complementarias, como ICSI (microinyección espermática), diagnóstico genético preimplantacional (DGP) o estudios inmunológicos, entre otros.

El objetivo no es intervenir de forma agresiva desde el principio, sino ajustar cada paso al diagnóstico real y al momento vital de cada persona o pareja. En muchos casos, bastan pequeños cambios o intervenciones mínimas para lograr el embarazo.

En palabras del Dr. Navarro: “En reproducción asistida no se trata de hacer mucho, sino de hacer lo correcto en el momento adecuado. A veces, una buena evaluación y un tratamiento sencillo permiten lograr el embarazo sin necesidad de técnicas complejas”.

El tiempo como factor clave en fertilidad

Uno de los errores más frecuentes es esperar demasiado. Por pudor, presión social o por creer que se necesita una derivación médica para acudir a una clínica, muchas parejas posponen la consulta más allá del tiempo recomendable.

Sin embargo, el factor edad —especialmente en la mujer— es determinante en fertilidad. A partir de los 35 años, la reserva ovárica desciende progresivamente y, con ella, las posibilidades de lograr un embarazo natural o con tratamiento. A partir de los 40, las tasas bajan de forma más acusada y el margen de maniobra se reduce.

Consultar a tiempo permite detectar posibles problemas cuando aún se está a tiempo de actuar. En muchos casos, incluso aunque no se desee un embarazo inmediato, se puede valorar la posibilidad de preservar la fertilidad mediante vitrificación de ovocitos, una opción especialmente útil para mujeres jóvenes con baja reserva ovárica o que deben retrasar la maternidad por razones personales o médicas.

Rigor médico, innovación tecnológica y certificación europea

INEBIR cuenta con uno de los laboratorios más avanzados de España, lo que permite aplicar tecnologías de última generación en cultivo embrionario, selección y criopreservación. Todo ello se realiza bajo estrictos protocolos médicos, con máxima trazabilidad y controles de calidad.

Este laboratorio está certificado por ESHRE (European Society of Human Reproduction and Embryology), la principal sociedad científica europea en medicina reproductiva. Esta acreditación garantiza tanto que Inebir aplica las mejores prácticas clínicas como que el laboratorio cumple con los estándares más exigentes a nivel europeo en cuanto a formación, seguridad, protocolos de trabajo y resultados. No todas las clínicas en España cuentan con este sello de excelencia, lo que posiciona a INEBIR en un nivel superior de exigencia técnica y ética.

Un enfoque humano para una decisión importante

Lo que muchas pacientes repiten tras pasar por INEBIR no es solo la profesionalidad del equipo, sino el acompañamiento humano. Sentirse escuchadas, comprendidas, y no juzgadas. Saber que su situación no era “rara”, y que había una hoja de ruta clara.

Porque detrás de cada “no me quedo embarazada” hay una historia. Una expectativa, un deseo y, muchas veces, un sufrimiento que no se dice en voz alta. Tener la información adecuada, contar con un equipo que acompaña sin presionar, y poder decidir con autonomía, es lo que transforma ese punto de partida en un camino posible.

Hoy, la medicina reproductiva ofrece soluciones eficaces y seguras. Pero lo más importante sigue siendo saber que no hay por qué esperar en silencio. Pedir ayuda es el paso más importante. Y con el equipo adecuado, muchas veces, el embarazo no es una meta lejana, sino una posibilidad cercana y real.

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