La vitamina A, última del grupo de las liposolubles que ha sido analizada en los últimos días desde el portal de SaludIdeal.es. Su presencia atiende tanto a los alimentos de procedencia animal, a través de los cuales aparece como el famoso retinol, así como aquellos de origen vegetal a los que se presenta como una provitamina A (carotinoides entre los que sobresale el beta caroteno). Su adecuada dosis se asienta como indispensable para la regulación del funcionamiento del organismo. Pero es preciso citar que su exceso (hipervitaminosis), eleva el riesgo de sufrir ciertas complicaciones en el sistema nervioso, reducción de la densidad mineral ósea y fomento de elementos anómalos en órganos como el hígado.
Vegetales como el zapallo, espinaca, lechuga, tomate, espárrago, coles o batata, entre otros, tienen un alto grado de vitamina A. De igual forma, en el reino de las frutas, el mango, melón, papaya o el melocotón también aceptan el influjo vitamínico de ésta. Por último, en el apartado de los alimentos de procedencia animal, aparece en gran cantidad de productos lácteos y la yema de huevo.
La absorción de esta vitamina, difiere si su procedencia es de origen animal o vegetal. Es decir. Si proviene del primero, la asimilación ronda el 70% mientras que si procede de los vegetales, no sobrepasa el 50%. Su principal destino, sea cual sea el origen, es el hígado, seguido de los riñones y los pulmones. Las funciones de esta vitamina son extensas y se desarrollan en los sistemas óseo, reproductivo e inmune principalmente, al igual que se dispensa como un magnífico aporte para la sana visión al mismo tiempo que lleva a cabo una función antioxidante.
En los huesos, fomenta su desarrollo al igual que potencia su crecimiento. Por otra parte, ayuda a la prevención de infecciones, escuda al aparato respiratorio y fomenta la producción de células como los linfocitos que actúan como respuesta a los anticuerpos. También potencia la creación de esperma en los hombres, al igual que regula el ciclo reproductivo en las mujeres actuando como precursora de células sanas en el crecimiento del feto.
En exceso, no es buena
Allá por el año 2002, la revista JAMA hacía extensible el conocimiento de un estudio llevado a cabo por sus expertos en la que se citaba que el exceso de vitamina A resultaba perjudicial para el organismo. El dato curioso residía en la nociva influencia que el elevado consumo de la misma provocaba en la osteoporosis postmenopáusica, aumentando el riesgo de sufrir lesiones óseas. Y es que el consumo crónico de esta vitamina debe de ser regulado ya que no todos los organismos asimilan igualmente su composición.
Por el contrario, es preciso citar que su deficiencia también acarrea una serie de complicaciones que pueden evitarse fácilmente si la apuesta por la dieta rica en los alimentos anteriormente citados, se hace patente. La carencia de vitamina A disminuye las defensas del organismo potenciando la proliferación de infecciones bacterianas, estimula dolencias en las articulaciones, potencia la sequedad de uñas, cuero cabelludo y piel (principalmente en las manos) así como aumenta la debilidad ocular incrementando la opacidad de la córnea.
Resumiendo. La A es una vitamina que como las demás, aporta una serie de imprescindibles propiedades para el organismo pero que en contrapartida, su cara oculta esconde una serie de efectos poco recomendables para el cuerpo humano, y en concreto, para las mujeres que se adentran en la etapa menopáusica.