«Hemos sido capaces de hallar una prueba más conveniente y menos intrusiva para la detección y estadificación del cáncer de cuello uterino«, destaca Garbett. Para hacer un termograma de plasma, una muestra de plasma sanguíneo se «derrite» produciendo una firma única que indica el estado de salud de una persona.
Esta firma representa las principales proteínas en el plasma sanguíneo, medidos por calorimetría diferencial de barrido (DSC). El equipo, formado por Brad Chaires, Ben Jenson, William Helm, Michael Merchant y Jon Klein, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Louisville, ha demostrado que el perfil del termograma de plasma varía cuando una persona tiene o no la enfermedad.
El equipo cree que las moléculas asociadas a la presencia de la enfermedad , llamados biomarcadores, pueden afectar el termograma de una persona con enfermedad cervical. Estos expertos utilizaron espectrometría de masas para mostrar que los biomarcadores asociados con el cáncer de cuello de útero existían en el plasma. «La clave no es la temperatura de fusión real del termograma, sino la forma del perfil de calor», concreta Garbett. «Hemos sido capaces de establecer termogramas para una serie de enfermedades. Comparando muestras de sangre de los pacientes que están siendo analizados y tratados en los termogramas nos debe permitir un mejor seguimiento de los pacientes. Esta será una oportunidad para que ajustemos los tratamientos de forma que sean más eficaces«, añade.
Chaires observó que los termogramas de plasma tienen diferentes patrones asociados con distintos grupos demográficos, así como para diferentes enfermedades. La prueba no es invasiva y requiere sólo una simple extracción de sangre.