En el tratamiento de la ptosis mamaria se eleva la mama y se restaura su forma, para lo que se ha de resecar la piel sobrante, remodelar el tejido mamario y, si es necesario, aportar volumen mediante un implante.
De este modo, gracias a los implantes de cohesividad media, unidos a una colocación totalmente retropectoral de los mismos, se consigue situar el implante tras el músculo pectoral y se elabora un punto de apoyo fijo y permanente, que alarga la duración de los resultados.
A esto, los expertos añaden la realización de un ‘flap’ o uso de tejido dermo-graso propio en los polos inferiores de la mama. Gracias a ello, se construye un nuevo punto de apoyo, igualmente destinado a reforzar la zona donde recae el peso de la mama, prologando los resultados de la cirugía y así conseguir un resultado más armónico y bello.
La combinación de estas dos técnicas de sujeción (implante + flap) permite que la mama, antes ptosica, recupere un volumen muy natural reduciendo al mínimo las cicatrices, y optando por una marcación cutánea mínima -alrededor de la areola y en vertical- que reduce considerablemente las cicatrices asociadas generalmente con las intervenciones de reducción y elevación.
La operción más demandada
Las operaciones estéticas de mama se han convertido en las más demandadas. Además, no se trata de prácticas de occidente, por aquello que tanto le gusta a los economistas decir de ‘poder adquisitivo. En países como argentina o venezuela según datos ofrecidos por la OMS en el 2008, aumentaron un 25%.
En España, según la estimación, desde el año 2006 aumentan en torno al 10%. Además está muy por delante en el número de intervenciones respecto a la media europea. Sólo en el 2005 se practicaron 300.000 intervenciones quirúrjicas, de las cuales, el 27% fueron de pecho.