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Una nueva puerta para curar la paraplejia

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Rob Summers, un estadounidense parapléjico desde que sufrió un accidente de tráfico en 2006, ha conseguido levantarse y caminar gracias a una combinación pionera de estímulo epidural y entrenamiento.

El logro ha sido posible gracias a una investigación del Kentucky Spinal Cord Research Center de la Universidad de Louisville (EEUU) y de la Universidad de California (EEUU), del que da cuenta en su último número la revista médica «The Lancet». Summers, según se puede ver en las imágenes que acompañan a la investigación, es capaz de mantenerse de pie durante varios minutos, dándose él mismo el impulso muscular necesario para hacerlo. Con ayuda de otras personas también puede dar varios pasos sobre una cinta para caminar y mover de manera voluntaria las caderas, las rodillas, los tobillos y los dedos de los pies.

Además, ha recuperado parcialmente el funcionamiento de sus órganos sexuales y de su vejiga, fruto de un tratamiento que implica dos elementos fundamentales: la estimulación epidural de la médula espinal y un intenso programa de entrenamiento físico. Los investigadores basaron su proyecto en la estimulación eléctrica epidural continua y directa de la parte inferior de la médula espinal del paciente, simulando las señales que el cerebro transmite en condiciones normales para iniciar un movimiento.

Una vez que la señal se transmite, la propia red neurológica de la médula, en combinación con la información sensorial que las piernas envían a la médula, es capaz de dirigir los movimientos del músculo y de las articulaciones necesarios para erguirse y caminar, siempre con la ayuda de terceras personas. El otro aspecto clave del trabajo fue «reeducar» las redes neurológicas de la médula de Summers para producir el movimiento muscular necesario para levantarse y dar algunos pasos.

Más de dos años de trabajo

Este proceso de entrenamiento implicó más de dos años de trabajo, tras lo cual al paciente se le implantó quirúrgicamente en la espalda un dispositivo de estimulación eléctrica, que es el responsable de la voluntariedad de los movimientos.

La profesora Susan Harkema y el profesor Reggie Edgerton, que dirigieron la investigación, expresaron en «The Lancet» su deseo de que su trabajo permita a los pacientes que han sufrido lesiones medulares portar una unidad portátil de estímulo eléctrico.

El objetivo es facilitarles la posibilidad de levantarse, mantenerse de pie y dar algunos pasos de manera independiente, aunque siempre con la necesidad de apoyarse en un andador. Edgerton hizo hincapié en que «la médula espinal es lista, ya que las redes neurológicas son capaces de iniciar los movimientos que implican soportar peso y dar pasos relativamente coordinados sin ningún tipo de información procedente del cerebro«. «Esto es posible en parte gracias a la información que devuelven las piernas directamente a la médula espinal», explicó.

«Esta retroalimentación desde los pies y las piernas hacia la médula mejora el potencial del individuo para mantener el equilibrio y dar una serie de pasos, y decidir sobre la dirección en la que se camina y sobre el nivel de peso que se soporta», indicó Edgerton. Los autores subrayaron también que el caso de Summers es especial, porque aunque está paralizado desde el torso hasta los pies presenta una cierta sensibilidad en la zona inmovilizada.

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