Crear un ambiente acogedor para nuestro dormitorio es algo necesario para conciliar el sueño, necesitamos estar cómodos en nuestro habitáculo, conseguir un ambiente seguro: muebles sencillos, temperatura adecuada, colores cálidos y relajantes, un equipo de descanso adecuado (que garantice los tres factores indispensables en el descanso, Confort, Firmeza y Temperatura Óptima y por supuesto una correcta iluminación, y no sólo por cuestiones de estética y funcionalidad, sino porque la luz de nuestro dormitorio, es determinante a la hora de dormir. La razón es por un entramado de conexiones neurobiológicas, que hacen necesario un descenso progresivo de la iluminación hasta llegar a la oscuridad total para que los individuos de la especie humana descansen.
La responsable de esta condición necesaria (aunque no suficiente), es la glándula pineal y más concretamente la secreción por parte de ésta de la hormona melatonina, que hace que nuestro organismo entre en un estado de relajación y rápidamente sobreviene el sueño. La melatonina, en humanos, está a bajos niveles durante las horas de luz; cuando la intensidad de la misma disminuye, la retina envía impulsos eléctricos que la glándula pineal transforma en señal hormonal, quiere decir que ha llegado la noche y que es la hora de producir melatonina en cantidades ingentes, entonces este proceso y otros complementarios harán que conciliemos un profundo y placentero sueño.
Sabiendo todo esto, huelga dar demasiadas explicaciones sobre como tiene que ser la iluminación de nuestro dormitorio. Sería conveniente disponer varios puntos de luz, de intensidad variable e ir cambiando según la actividad que estemos realizando y según vaya acercándose el momento de dormir, o bien halógenos para regular de más a menos la iluminación de la habitación, para llegar a la oscuridad total a la hora del sueño. Por último haremos un apunte sobre la pertinencia de actividades tan frecuentes como desaconsejadas, a la hora de ir a dormir: ver la televisión y el uso de aparatos tecnológicos en la cama. Ambos hábitos sobreestimulan nuestro cerebro con luz artificial y destellos y hacen que baje considerablemente la producción de melatonina dificultando así la conciliación del sueño.