El verano es sinónimo de vacaciones, de disfrutar del tiempo libre, de bañarse en la playa o en la piscina, de viajar, de descubrir parajes nuevos y de salir de la rutina cotidiana. Esas actividades de ocio alegran la existencia, pero no hay que perder de vista que entre cremas bronceadoras, excursiones, comidas placenteras en familia o con amigos y la práctica de ejercicios al aire libre hay agazapados una serie de peligros que pueden amargar las vacaciones al menor descuido. La prudencia es la clave para gozar de un veraneo tranquilo.
Los meses estivales son propicios para sufrir caídas, con el riesgo de fracturas de todo tipo, enfrentarse a golpes de calor, tener un corte de digestión tras zambullirse, padecer los efectos de una intoxicación alimentaria -la salmonela está detrás de la mayoría de los casos- verse inmerso en un accidente de tráfico o doméstico, recibir la picadura de un insecto o una medusa, contraer un virus gastrointestinal que debilita el organismo con fiebre alta, vómito y diarrea o sufrir una lesión vertebral o medular por lanzarse al agua de manera brusca. Nunca hay que perder la cabeza ni bajar la guardia, porque cuando menos se espera surge un imprevisto que da al traste con la felicidad que implican los días de descanso.
Si esos infortunios acechan a cualquier persona adulta, el riesgo es mayor en el caso de los niños, ya que son menos conscientes del peligro que les rodea. De ahí que haya que extremar su vigilancia en cualquier lugar, por inofensivo que parezca, en el que jueguen o se bañen, además de impedir que estén cerca del fuego cuando se cocina y de comprobar que en los viajes en coche van sentados en sillas seguras y homologadas para su edad.
Un simple resbalón en el borde de una piscina puede desencadenar un accidente grave. Al igual que salir a hacer deporte en las horas de mayor calor propicia la aparición de un síncope, o montar en una moto acuática sin contar con el adiestramiento suficiente es una actitud temeraria. Y es que, como dicen expertos consultados por este periódico, por la actividad en principio más simple y sencilla, si se actúa de forma imprudente, el precio que se paga es muy caro y, en ocasiones, irreversible. «Aplicar el sentido común es la mejor medicina», aconsejan.
Muchas personas pretenden ponerse en forma en los días de vacaciones, pero no tienen en consideración, por ejemplo, que no es recomendable practicar deporte en las horas en que el sofoco hace estragos. Esa falta de cautela trae consigo un golpe de calor.
Deshidratación
En condiciones normales, el organismo logra mantener una temperatura corporal estable de 36 grados centígrados por medio de diferentes mecanismos neuroquímicos. Cuando el cuerpo no puede regular su propia temperatura y se genera un desajuste térmico, se produce un golpe de calor. Ante un fuerte bochorno, el cuerpo elimina una cantidad importante de líquidos y sales minerales por medio de la transpiración y la respiración. Si no se reponen, la consecuencia es la deshidratación.
No menos frecuentes en lo meses estivales son las fracturas, luxaciones, traumatismos, quemaduras y lesiones de diversa consideración. Muchas de ellas son evitables. Para ello, sólo hay que no hacer ejercicios para los que no se está preparado o usar objetos protectores como cascos, coderas o rodilleras, sin olvidar que es contraproducente permanecer expuesto al sol muchas horas sin cubrirse la cabeza o ponerse fotoprotección en la piel.
Las intoxicaciones alimentarias se dan en cualquier momento del año, pero en verano las probabilidades de registrarse se incrementan. Hay que extremar el cuidado a la hora de consumir huevos y de preparar mayonesas. Los alimentos deben guardarse en frigoríficos y nunca consumirse si hay alguna sospecha de que están en mal estado a causa del calor.
El 57% de las intoxicaciones alimentarias habidas en julio y agosto del año pasado se produjeron en el ámbito familiar, mientras que el 43% restante se dieron en entornos públicos. El 40% de los casos se debió al mal estado de los huevos y sus derivados, y en relación a la causa, en el 90% el agente que provocó la intoxicación fue la salmonela. Frutas y verduras deben lavarse antes de comerlas.