Un estudio dirigido por el profesor Antonio Verdejo, de la Universidad de Granada, llamado «Mecanismos cerebrales y tratamiento de la obesidad en adolescentes» (también conocido como Brainobe) está consiguiendo probar que algunos adolescentes que tienen problemas de obesidad pueden tener dificultades neuropsicológicas, porque sus sistemas cerebrales que no han terminado de madurar. Según el estudio, estos adolescentes tienen problemas para evitar sentirse atraídos hacia esa comida, y para tomar decisiones a largo plazo, como por ejemplo, seguir una dieta. Igualmente, les cuesta abandonar un hábito alimenticio pernicioso. El equipo investigador ha publicado un artículo en «Obesity», la publicación de referencia en el tema de la obesidad.
Para analizar el comportamiento de los adolescentes, se utilizan tareas neuropsicológicas, de rendimiento y objetivas. Se les pide que hagan unas tareas sensibles a determinados circuitos del cerebro. Por eso utilizan resonancia magnética funcional, y por ello están trabajando con el Centro de Diagnóstico, ya que en este Centro, según el profesor Verdejo, «cuentan con tecnología para la realización de resonancia magnética funcional de tres tesla, una herramienta versátil que permite ver cómo cambia el cerebro. De este modo, se desarrollan trabajos sobre condiciones de estimulación, condiciones de control, como la sustracción entre los impulsos que provocan los alimentos placenteros, los que lo son menos y los que no lo son en absoluto, o la toma de decisiones de más o menos riesgo. Esta máquina nos permite ver cuáles son los patrones de funcionamiento asociado a esa toma de decisiones, con una precisión espacial y temporal muy buena».
Los adolescentes entran en el escáner, se les expone a una serie de imágenes de comida apetitosa y no-apetitosa, y se le hace una prueba de control de impulsos y toma de decisiones. El objeto es ver si hay actividad asociada a estos impulsos y si hay diferencia en la reactividad que tienen los adolescentes estudiados con respecto a un grupo. Así, por ejemplo, se puede ver si hay actividad en determinadas regiones del cerebro relacionadas con el procesamiento de la recompensa.
Tratamiento
A los participantes, según Elena Delgado, investigadora que coordina el estudio, «se les evalúa antes de iniciar el tratamiento, y también después, de manera multidisciplinar, ya que el programa tiene una parte de intervención neuropsicológica en control de impulsos, capacidad de planificar y tomar decisiones a largo plazo, otra de asesoramiento nutricional y una tercera de supervisión de la actividad física».
El tratamiento dura tres meses. Durante el primer mes y medio, la supervisión es semanal y se incrementa el nivel de actividad deportiva poco a poco: primero, se les pide que hagan ejercicios sencillos, como subir escaleras, para ir subiendo poco a poco el nivel de exigencia, hasta llegar a la práctica deportiva diaria de una hora cinco días a la semana.
El estudio se está realizando en la actualidad sobre 20 personas procedentes de 12 colegios de Granada, aunque sigue en curso, ya que esperan llegar a un universo de 90 individuos. Sus responsables aprovechan la oportunidad para pedir a los jóvenes interesados en participar a que se dirijan a ellos. Deben ser chicos y chicas entre 13 y 16 años, que vivan en Granada, tanto con problemas de peso como sin ellos. En la actualidad, los que están participando pertenecen a 12 colegios diferentes.
Datos reveladores
El objetivo es medir, cuando se realiza la prueba neuropsicológica, cómo va a ser la respuesta del adolescente al tratamiento, y qué grado de permanencia en los hábitos correctos va a haber después de finalizar el tratamiento. El estudio demuestra que puede haber adolescentes que no hayan desarrollado todavía plenamente las habilidades de control de hábitos, que dependen de los procesos de neuromaduración que se dan en la adolescencia. Se sabe que determinadas dietas ricas en grasas y azúcares pueden afectar a factores neurotróficos del cerebro y retrasar esa maduración. Esas diferencias individuales son las que están estudiando.
La utilidad de este proyecto de investigación está en la importancia de medir estas variables neuropsicológicas y de comportamiento cerebral para saber si una persona va a tener más o menos dificultades a la hora de controlar el peso, para saber, en definitiva, si es proclive a seguir una dieta o unas pautas de comportamiento saludable. Sus resultados pueden ser tenidos en cuenta a la hora de realizar tratamientos que puedan prevenir el desarrollo temprano de enfermedades cardiovasculares. No hay que olvidar que las cifras de prevalencia de enfermedades cardíacas van subiendo y las complicaciones también: la diabetes, el síndrome metabólico… Si se consigue intervenir en niños que tienen estos problemas, a edades tempranas, los investigadores piensan que se puede amortiguar ese crecimiento epidemiológico.
Un completo equipo
La investigadora Natalia Albein, miembro del equipo, comenta que los estudios realizados «son muy operativos, para que los adolescentes vean cómo día a día pueden mejorar siguiendo unas sencillas pautas, cómo aumenta su autoestima, y cómo se pueden superar esos problemas para controlar los impulsos y poder seguir unos hábitos correctos». Con la participación de casi una veintena de investigadores de los departamentos de las facultades de Medicina (Departamento de Pediatría), Ciencias del Deporte y Actividad Física y Psicología (área de Neuropsicología del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos) y que además cuenta con la colaboración del Hospital Universitario San Cecilio y el centro de diagnóstico CEDISA.