Sentirse preocupado de forma puntual es algo normal, ya que a lo largo de la vida aparecen situaciones que resultan difíciles de afrontar: enfermedades, problemas familiares, falta de dinero… No obstante, sentir preocupación de forma frecuente (especialmente si aparece sin motivo) puede ser síntoma de que se padece un trastorno de ansiedad generalizada.
Qué es el trastorno de ansiedad generalizada
El trastorno de ansiedad generalizada es un tipo frecuente de trastorno de ansiedad que a menudo comienza en la infancia o adolescencia, aunque puede aparecer a cualquier edad. Sentir ansiedad de forma ocasional es algo normal, ya que la vida está llena de momentos que pueden causar preocupación (salud, trabajo, problemas familiares…). Sin embargo, las personas que padecen trastorno de ansiedad generalizada se preocupan excesivamente por muchas cosas de forma diaria, incluso cuando no hay motivo aparente para ello. A la larga, esta ansiedad continua dificulta las relaciones personales y la realización de actividades diarias, resultando incapacitante para el individuo.
Síntomas
Las personas con trastorno de ansiedad generalizada pueden tener los siguientes síntomas:
- Preocupación o ansiedad persistente desproporcionados en relación al impacto de los acontecimientos. Habitualmente se considera que una persona sufre el trastorno cuando la ansiedad está presente más días de los que está ausente en un periodo de al menos seis meses.
- Pensar demasiado en planes y soluciones ante posibles malos resultados.
- Percibir situaciones como amenazantes incluso si no lo son.
- Indecisión y miedo a tomar la decisión equivocada.
- Problemas para controlar las preocupaciones o el nerviosismo.
- Incapacidad para relajarse.
- Dificultad para concentrarse.
A estos signos se pueden añadir también síntomas físicos como fatiga, trastornos del sueño, temblor, sudoración, tensión muscular, ganas frecuentes de ir al baño, irritabilidad, naúseas, diarrea o síndrome del intestino irritable.Todos estos síntomas pueden empeorar en ciertos momentos de estrés como, por ejemplo, durante una enfermedad o mala situación laboral.
El trastorno de ansiedad puede llegar a ser incapacitante y provocar complicaciones como: dificultad para realizar tareas de manera rápida y eficiente por falta de concentración, reducción de la energía y aumento del riesgo de sufrir depresión. También puede provocar o empeorar otras afecciones como dolores de cabeza, problemas para dormir, problemas de corazón y problemas digestivos o intestinales.
Causas
Si bien no se conocen exactamente las bases neurológicas del trastorno de ansiedad, se cree que puede tener un componente hereditario. No obstante, como ocurre con otros trastornos psicológicos, la ansiedad generalizada puede ser resultado de la interacción de varias causas. Algunos factores de riesgo que predisponen a padecer este trastorno son:
- Personalidad: las personas tímidas, con temperamento negativo o que evitan situaciones peligrosas son más propensas.
- Género: las mujeres lo sufren más a menudo que los hombres.
- Vivencias: experiencias traumáticas o negativas, tanto de la infancia como recientes, pueden aumentar el riesgo de padecer ansiedad generalizada.
Tratamiento
Para tratar el trastorno de ansiedad generalizada hay que acudir a un profesional de la salud mental, que recomendará psicoterapia, medicación o una combinación de ambos tratamientos:
- Psicoterapia: la terapia cognitivo-conductual es muy útil para tratar a las personas con trastorno de ansiedad generalizada. Consiste en enseñar a la personas a reconocer en qué aspectos está distorsionado su pensamiento, a controlarlo y modificar su comportamiento en consecuencia.
- Medicación: existen diferentes medicamentos que ayudan a tratar este trastorno, entre ellos los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina, los inhibidores de recaptación de serotonina y norepinefrina, las benzodiacepinas y otros medicamentos serotoninergicos. El especialista debe encontrar el más adecuado para cada paciente.
Estos tratamientos necesitan de un tiempo para conseguir resultados, por lo que no se deben abandonar rápido y sin recomendación del especialista. Para acompañar el tratamiento es recomendable seguir un estilo de vida saludable, dormir suficiente, hacer ejercicio, comer bien y recurrir a familia y amigos para apoyarse.