Un equipo de investigadores de la Unidad de Nutrición Humana de la Universidad Rovira y Virgili (URV) y del Instituto de Investigación Sanitaria Pere i Virgili (IISPV) desarrollaron una revisión actualizada sobre los estudios clínicos aleatorizados que vinculan los distintos nutrientes y suplementos dietéticos con la calidad del esperma y la fertilidad del hombre.
Según recaba esta institución, vinculada a la Red CiberObn del Instituto Carlos III, tras analizar los resultados de 28 estudios de intervención nutricional que incluían a un total de 2900 participantes, han concluido que la suplementación de la dieta –bien por líquidos o pastillas- con ácidos grasos omega 3 y coenzima Q10 podría tener un efecto beneficioso en la cantidad de espermatozoides del semen. Esos suplementos basados también en selenio y zinc se vinculan al aumento de la cantidad y la mejoría de la movilidad.
La revista ‘Advances in Nutrition’ se hizo eco de dicho estudio, tal como recaba la agencia ‘Sinc’. A pesar del hallazgo, los especialistas recalcan la necesidad de profundizar en esta línea de investigación. Requieren que se hagan análisis con muestras más grandes de participantes para disponer de una interpretación más detallada.
Hoy, la infertilidad afecta a un 15 por ciento de la población mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconoce como un problema global de salud pública. La disminución de la calidad espermática en distintas poblaciones de países desarrollados podría tener consecuencias importantes para la evolución de la especie.
Se ha relacionado con un estilo de vida no saludable: el estrés, consumo de drogas, tabaco, consumo excesivo de alcohol y dietas no saludables son los señalados como principales factores responsables.
Según destacan desde el Institut Marquès, las principales causas de esterilidad masculina las encontramos en esas alteraciones en el seminograma, vinculadas al deterioro de la calidad del semen .Sin embargo, también pueden existir causas mecánicas por alteraciones del tracto genital que lleguen a dificultar e incluso impedir que el semen se deposite en el fondo de la vagina.
En 1992, un estudio concluía que la media de la concentración espermática había decrecido a nivel mundial casi a la mitad durante la etapa que abarca 1940 y 1990. Según la citada fuente, “durante los últimos 20 años se ha observado en países industrializados una disminución de la tasa de fertilidad”.