Alergia y polen
Con la llegada del mes de marzo comienza la temporada clave para las alergias. El polen es uno de los principales causantes pero no el único de las múltiples reacciones que puede padecer nuestro organismo. Una alergia es la reacción del sistema inmunitario hacia algo que no molesta a la mayoría de las demás personas, pero sí a ti. Quienes padecen una alergia suelen ser personas más sensibles a alguna sustancia como los ácaros de polvo, esporas de moho, caspa de animales, alimentos, picaduras de insectos, medicinas o el polen.
Con asiduidad el sistema inmunitario combate los gérmenes, pero en la mayoría de reacciones alérgicas responde a una falsa alarma. La genética y el medio ambiente pueden tener un papel relevante en la generación de alergias.
En lo que respecta al polen, cabe destacar que son granos minúsculos que contienen células espermáticas, producidos por el aparato reproductor masculino de las flores. Una sola planta llega a producir miles de granos de polen que contemplamos como polvo amarillo en las flores y que es imperceptible en el aire. No son las semillas con vellosidad que observamos en el aire.
El polen fue uno de los primeros alérgenos en descubrirse y su sintomatología se denominó ‘fiebre del heno’. La alergia al polen se percibe como una reacción nociva a algo que no lo es. El contacto pone en marcha una respuesta inmunológica exagerada que se manifiesta en distintos órganos del cuerpo y que tiene un marcado carácter estacional. Los pólenes cuando absorben humedad aumentan de tamaño y se convierten en granos tan pesados difíciles de transportar por el aire. Por ello, a la persona que es alérgica al polen los días de lluvia le favorecen y los de viento terral les perjudican.
Causas y síntomas alergia al polen
Los granos de polen son los alérgenos que producen más síntomas alérgicos. Son partículas microscópicas de plantas que causan esa alergia al polen y se diferencian en tres tipos: gramíneas, árboles y malezas. Como norma general los árboles polinizan desde febrero hasta abril, las gramíneas en mayo y junio y las malezas desde abril o mayo a septiembre.
Está considerado que a partir de 50 granos de polen por metro cúbico se pueden producir manifestaciones de síntomas alérgicos. Los pólenes más frecuentes que causan la reconocida como rinitis alérgica son el abedul, el álamo, olmo, roble, olivo, chopo, gramíneas y arbustos. El polen de la hierba aparece preferentemente en verano y es más propenso a causar alergia al pesar muy poco. Es fácilmente transportable por el viento. Sin embargo, el polen de la mayor parte de los árboles que aparece preferentemente en primavera es más pesado, sedimenta con rapidez y se tiene que estar muy cerca del árbol para inhalarlo.
Los síntomas de la alergia al polen pueden ser leves y de corta duración exponiéndose como molestias nasales o cuadros más severos como afectación ocular y respiratoria. La rinoconjuntivitis se caracteriza por ataques de rinorrea, con goteo nasal acuoso, con intenso escozor de la mucosa nasal que provoca congestión nasal y acceso paroxísticos de estornudos.
Además, suele acompañarse de conjuntivitis con intenso lagrimeo, escozor, molestias con la luz y enrojecimiento del ojo. Si el cuadro se agrava puede incluso manifestarse como asma bronquial con pitidos al respirar, tos y dificultad respiratoria. Una complicación que podría ser mortal es el conocido como choque anafiláctico.
Pruebas
Con el fin de detectar una alergia al polen o a otros alérgenos se realizan pruebas analíticas en sangre que pretenden medir la cantidad de anticuerpos IgE. Una pequeña cantidad en el organismo es normal, pero si los marcadores se disparan pudiéramos estar ante una alergia. Esta prueba se conoce como prueba de alergia IgE o como inmunoglobulina E, entre otros nombres.
La prueba puede ser general para valorar el número de anticuerpos de este tipo en sangre o bien específica para medir el nivel en respuesta a alérgenos específicos. Se toma una muestra de sangre de una vena con una aguja pequeña, se extrae en un tubo de ensayo y se analiza bien general o bien específica con el tratamiento ante distintos alérgenos. El número de anticuerpos según el alérgeno sometido pudiera o no determinar la existencia de una alergia al polen o a cualquier otro.
Consejos
Si usted es alérgico al polen debe saber cómo se comporta este para adaptar nuestra conducta. Por ejemplo, solo se libera durante el día, por tanto, por la noche disminuye la concentración. En los días de mayor calor y secos se concentra más, especialmente si vienen tras una lluvia. Por todo ello resulta especialmente importante estar al tanto de los marcadores de polen.
Entre los consejos para combatir las alergias destacamos los siguientes:
- Utiliza gafas de sol.
- Higiene extrema en manos y cara.
- Evitar contacto con plantas.
- Evitar utilizar bicicletas o motos.
- Viajar con ventanillas cerradas.
- Utilizar filtros de polen.
- Utilizar aspirador para la limpieza del hogar.
- Mantén la vivienda cerrada.
- Decantarse por un destino playero antes que por uno forestal.
- Seguir la medicación prescrita por su especialista.
*NOTA: Este artículo tiene una finalidad informativo- divulgativa. Siempre ha de ser un médico especialista el que determine los procesos de diagnosis, tratamiento y terapias complementarias que estime. Si cree que puede estar enfermo acuda a su centro de salud o a un especialista colegiado, bajo ningún concepto se automedique o tome decisiones relativas a su salud en virtud de lo leído aquí o en cualquier otro sitio web.
FUENTES:
«Sobre la alergia«, MedlinePlus, Portal de Información de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos
«Causas y síntomas de la alergia al polen», Clínica Universidad de Navarra
«Pruebas de laboratorio para detectar alergias», MedlinePlus, Portal de Información de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
«Cómo afrontar la alergia al polen», Laboratorios KernPharma