Si usted ha sufrido en algún momento de su vida un infarto, y forma parte de lo que se consideran ya pacientes cardíacos, quizá esta información pueda serle de utilidad. Si se pregunta cómo puede retomar algunos de los hábitos rutinarios en su vida, como puede ser el sexo, la Fundación Española del Corazón (FEC) tiene la respuesta. Y es que sobre esto existen ciertas preguntas y también temores. Lo mejor es no tratar la situación como un tabú toda vez que contacte con su especialista.
Lo cierto es que existe cierto temor a que el coito suponga un riesgo importante para el corazón. Tal como informa la FEC, parece demostrado que los gastos energéticos durante el acto sexual son similares a los que se generan al subir dos pisos por las escaleras. La frecuencia cardiaca es inferior a la que se produce en otras actividades de la vida cotidiana.
Recomienda reanudar las relaciones sexuales tras un entrenamiento físico y psicológico adecuado y progresivo. Así se tantea la respuesta del organismo a un esfuerzo. Resulta importante detectar cómo controlar las relaciones emocionales nocivas a través de estrategias de relajación y respiración.
¿PUEDE ENCONTRAR PROBLEMAS?
“Lo más probable es que ninguno”. Así se muestra la FEC, quien da cuenta de la existencia también de casos ocasionales de anginas de pecho durante la actividad sexual, situación desencadenante de un estado de ansiedad importante. En caso de sucederle, “comuníqueselo al médico para su control”.
“La prueba de esfuerzo que se realiza al enfermo cardíaco tras sufrir un infarto es una buena fórmula para medir el estado de su corazón, ya que el desgaste energético que esta requiere es superior al de la práctica sexual”, añaden.
Finalmente, dicho organismo asegura que “los casos de fallecimiento durante el acto sexual ocurren en un porcentaje muy bajo”. Apenas un 0.6 por ciento de las muertes repentinas por causas no traumáticas están relacionados con motivos cardiológicos vinculados al coito. De ellas, el 80 por ciento fallecieron mientras realizaba el acto sexual con una pareja distinta al habitual, un factor “externo” que influye también en el desenlace.