La tranquilidad de una cobertura plena y el acceso rápido a todos servicios médicos pesan mucho a la hora de contratar una póliza de seguro privada o cambiar la que ya tenemos
El déficit de la atención sanitaria pública en nuestro país es un tema que preocupa cada vez más. La calidad y nivel en la cualificación de los profesionales y la dotación de infraestructuras son extraordinarias, pero falta inmediatez y mayores recursos económicos para atender tanta demanda. Sólo hace falta ver la masificación de los pacientes en las urgencias de los hospitales y centros de salud, la falta de personal, la saturación de los profesionales en las consultas, los interminables tiempos de espera y la perspectiva de una cita médica que nunca llega.
Ante este panorama, la decisión de contratar una póliza privada de salud o cambiar la que ya tenemos se convierte en una realidad cada vez más frecuente que hay que valorar con calma y criterio, poniendo en la balanza cada una de nuestras necesidades y las de nuestra familia. Es decir, el perfil del contratante, edad, número de familiares beneficiados, condición física, si se es autónomo, trabajador por cuenta ajena, mayor de 55 años..etc.
Un dato muy revelador de esta situación es que uno de cada cuatro españoles dispone ya de un seguro médico privado, lo que traducido en cifras son 12 millones de personas. Incluso, los más jóvenes no dudan en incluir en sus gastos una póliza en lo que es una clara previsión de futuro.
Condiciones
Como todo contrato que se precie, no podemos pasar por alto ninguna de las condiciones. Especialmente cuando cumplimos años, nuestra salud empeora y la renovación anual de la póliza supone un esfuerzo considerable. Llega el momento de estudiar los mejores seguros de salud, replantearnos nuestra póliza o cambiarla por otra más ajustada a nuestra economía. Hay que valorar los posibles riesgos y, entre ellos, los periodos de carencia, la preexistencia de enfermedades previas o las exclusiones de cobertura en la nueva contratación pueden jugarnos una mala pasada.
Salvo situaciones de emergencia, los periodos de carencia pueden prolongarse por espacio de seis meses, lo que afectaría a la hospitalización e intervenciones quirúrgicas, o de ocho meses cuando se trata de embarazadas. Declarar en el cuestionario médico previo que se padece una patología anterior a la contratación puede elevar nuestra prima o dejarnos sin ella. Ejemplos de ello son la asistencia derivada de adicciones, las lesiones sufridas por la práctica de deportes de riesgo, los trasplante de órganos, las operaciones estéticas y las intervenciones por miopía, hipermetropía, astigmatismo o presbicia. Una edad avanzada puede dejar sin atención médica a un amplio porcentaje de la población. De hecho, algunas compañías médicas no admiten a asegurados que superen los 65 años y, si lo hacen, el aumento de la prima puede ser muy difícil de afrontar.
Aunque la cuestión monetaria pese mucho en la decisión de contratar, renovar nuestro seguro u optar por una nueva compañía, no hay que olvidar que el sacrificio que hagamos en favor de nuestra salud y la de nuestros seres queridos será la inversión más importante que hagamos en nuestra vida. Un seguro médico económico puede favorecer nuestro bolsillo, pero no siempre es sinónimo de calidad o de cobertura plena.
La idea clave, por tanto, es disponer del mejor seguro de salud en España y saber cómo podemos acceder a él. Para ello, hay que evaluar una serie de cuestiones muy importantes, comparar con criterio y estudiar una selección de los seguros más demandados por los usuarios. En esta comparativa se hace necesario, igualmente, revisar coberturas, carencias y la opción de los copagos antes de decidir con acierto. Hacer una contratación que favorezca a toda la familia puede reducir considerablemente la prima por persona.
Casos complejos
Cuando se trata de diagnósticos más complejos que precisan de cirugía, pruebas de alto coste, hospitalización, consultas a largo plazo (salud mental, fisioterapia, rehabilitación, Maternidad o Pediatría), también se corre el riesgo de que nuestro seguro privado no disponga de la cobertura deseada. O, lo que es peor, que la opción de habernos decantado por los copagos a la hora de contratar aumente considerablemente nuestro gasto médico cuando revisemos la factura.
Los copagos suelen ser la mejor opción cuando queremos economizar en el gasto mensual o disponemos de una salud óptima, pero a veces elegir la cobertura plena como primera opción puede ser mucho más económico si tenemos claras la cantidad de visitas médicas que podemos sumar a lo largo del año. Algunas compañías, incluso, fijan límites en el número de sesiones o visitas a las que podemos acceder. Tampoco podemos obviar una serie de revisiones médicas (Dental y óptica), que pueden estar incluidas en el precio o decidimos sumar también como un gasto opcional y necesario.
Para aquellos que viajan con regularidad, la asistencia por enfermedad o accidentes en el extranjero es un punto que no hay que pasar por alto jamás. El acceso a estos servicios en algunos países puede ser algo realmente prohibitivo, que muchas veces se nos olvida.
La póliza médica y cobertura ideal
Una vez que hemos tomado la decisión de sopesar las distintas posibilidades que existen en el mercado, toca estudiar la cobertura de cada seguro para no llevarnos ninguna sorpresa desagradable. En este sentido, siempre marca la diferencia la inmediatez de la atención primaria las 24 horas del día, la cercanía a nuestro domicilio (sobre todo cuando no tenemos un vehículo o los beneficiarios son personas de edad avanzada), la baja espera y disponer de un amplio cuadro de especialistas que cubran todas nuestras necesidades. Ejemplos de ello son los servicios de urgencia y de pediatría en el caso de las familias más jóvenes, donde la inmediatez es toda una prioridad. Otras prestaciones que hay que valorar muy positivamente para disponer de la mejor póliza son la asistencia a domicilio, el acceso a un número elevado de pruebas diagnósticas, un seguro dental básico, rehabilitación y fisioterapia, asistencia en el extranjero, acceso a una atención telefónica personalizada 24/7, Telemedicina; Psicoterapia, psiquiatría, hospitalización psiquiátrica y prestaciones oncológicas. En plena era digital, disponer de una aplicación, recetas electrónicas u autorizaciones online, también puede salvarnos la vida.