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Rosácea: síntomas, causas y tratamiento

La rosácea es una enfermedad inflamatoria de la piel que afecta al rostro, especialmente a las mejillas, la barbilla, la nariz y la frente. La rosácea causa enrojecimiento y también puede producir pequeñas pústulas rojas llenas de pus, razón por la cual a veces es confundida por el acné.

En las personas con rosácea los vasos sanguíneos del rostro se contraen y relajan con mucha facilidad, razón por la cual, ante ciertos estímulos, se produce una dilatación de los vasos que provoca el enrojecimiento. La continua contracción y relajación de los vasos termina por originar arañas vasculares.

Esta enfermedad es crónica pero alterna periodos de mejoría con otros de empeoramiento. Si bien es benigna, por las molestias que provoca y su repercusión estética puede impactar emocionalmente en el paciente.

Síntomas

Los síntomas principales de la rosácea son:

  • Enrojecimiento de la piel o eritema.
  • Rubefacción.
  • Telangiectasias (arañas vasculares): los pequeños vasos sanguíneos del rostro se hinchan y se hacen visibles.
  • Protuberancias rojas e hinchadas que a veces contienen pus.  
  • Rinofoma: la rosácea puede engrosar la piel de la nariz y hacer que se deforme y parezca bulbosa. Esto ocurre más frecuentemente en los hombres.
  • Problemas oculares: la rosácea puede enrojecer la conjuntiva y provocar ojos irritados y párpados hinchados. Esto se conoce como rosácea ocular.
  • Ardor y tirantez en la piel.

Causas

Las causas de la aparición de la rosácea no están claras, aunque se cree que puede deberse a una combinación de factores hereditarios y ambientales. Lo que sí se sabe es que hay algunos factores que desencadenan o empeoran los brotes de rosácea. Entre ellos están:

  • Los cambios de temperatura, especialmente los bruscos.
  • El sol directo sobre la cara, razón por la cual la rosácea empeora en verano.
  • Los baños calientes y saunas.
  • El ejercicio físico intenso.
  • Ambientes muy secos.
  • Comidas picantes.
  • El alcohol y las bebidas calientes.
  • Tabaco.
  • Medicamentos que dilatan los vasos sanguíneos.
  • El estrés y la ansiedad: pueden agravar los brotes, ya que la contracción y dilatación de los vasos sanguíneos tiene un componente emocional.
  • Productos cosméticos: pueden empeorar los brotes porque las pieles con rosácea son muy sensibles. Se deben evitar los que tengan ingredientes irritantes como sulfatos, alcoholes, parabenos, perfumes y exfoliantes como el polvo de carbón vegetal o los ácido AHA.

Si bien cualquier persona puede padecer rosácea, es más habitual que aparezca en mujeres, personas de entre 30 y 50 años, fumadores y pacientes con piel clara (sobre todo si ha sido dañada por el sol). Asimismo, tener familiares con rosácea aumenta las posibilidades de padecerla.

Tratamiento

La rosácea es una enfermedad crónica y actualmente no hay ninguna cura para ella. No obstante, existen diferentes tratamientos que pueden mejorar las lesiones, reducir sus síntomas y controlar la enfermedad. El dermatólogo puede recomendar diversos tratamientos en función de los síntomas:

  • Tópicos: para los pacientes con rosácea de leve a moderada el médico puede recetar geles o cremas como la brimonidina, que reducen el enrojecimiento. Para ayudar a controlar los granos de la rosácea leve, el médico puede recetar medicamentos con ácido azelaico, metronidazol o ivermectina.
  • Orales: para la rosácea de moderada a severa con protuberancias, se recetan antibióticos orales como doxiciclina. En caso de que la rosácea sea muy grave y no responda a otros tratamientos, el médico puede sugerir isotretinoína, un fuerte medicamento oral para el acné.

Asimismo, para reducir el enrojecimiento y las telangiectasias se puede hacer un tratamiento con láser, ya que destruye las estructuras alteradas de la piel. Es probable que sean necesarias sesiones periódicas de mantenimiento.

Además de los tratamientos médicos, es importante tener en cuenta unas medidas preventivas para evitar la aparición de los brotes:

  • Identificar los factores desencadenantes (calor, comidas picantes…) y evitarlos.
  • Usar protección solar alta (evitando los protectores con base alcohólica).
  • Hidratar la piel con productos especiales para pieles reactivas o con rosácea.
  • Evitar productos irritantes. Se deben utilizar geles y champús suaves.
  • Tratar la piel con suavidad: no hay que frotar ni tocarse demasiado la cara.
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