En primer lugar pérdida de recuerdos.La actividad del hipocampo, situado en el lóbulo temporal del cerebro, muestra un patrón neuronal particular mientras estamos despiertos y aprendemos algo. Cuando dormimos, esta pauta se repite, fijándose así este contenido en la memoria a largo plazo. Si tenemos falta de sueño, esa información no pasará al almacén de recuerdos.
Mayor negatividad. Cuando estamos cansados, perdemos el sentido del humor y nos concentramos en los aspectos negativos de las situaciones, además malinterpretamos las emociones faciales y somos más propensos a discutir. Estos altibajos emocionales se deben, en parte, a la interrupción de la conexión entre diferentes áreas del cerebro. Un cerebro descansado presenta un nexo de flujo de información, entre la amígdala (crucial para el procesamiento de las emociones) y la corteza prefrontal medial (que regula nuestros sentimientos), lo que hace que interpretemos la realidad desde un prisma diferente.
Poco ingeniosos. La «fluidez mental» se ve interrumpida. Afecta a diferentes procesos cognitivos, como por ejemplo al pensamiento divergente, que nos permite cambiar de tema ágilmente durante una conversación o barajar las diferentes posibilidades para utilizar un objeto.
Susceptibles de alucinaciones. Un cerebro descansado filtra estímulos y separa lo realmente importante, previniendo así la sobrecarga sensorial. Cuando estamos cansados, nos anticipamos de forma errónea a los sucesos que nos rodean (incluyendo objetos y experiencia sensoriales).
Problemas de concentración. El “estar en las nubes” se produce por una alteración en la actividad del tálamo y el área de trabajo frontal y parietales. Una desconexión lógica derivada de desinterés en la tarea propuesta. Sin embargo cuando se produce por falta de sueño existe un procesamiento de información deficiente, sugiriendo un nivel mayor de disociación de la realidad.
Falsos recuerdos. Cuando estamos cansados no conseguimos recordar de forma correcta lo que nos ha pasado, por un lado, debido al funcionamiento alterado del hipocampo, y por otro, del cortex prefrontal y el lóbulo parietal. Guardamos recuerdos erróneos de situaciones tras una noche de sueño precario.
Disminución del tamaño de los lóbulos. Según recientes estudios los adultos sanos que normalmente duermen mal, pierden volumen en los lóbulos frontal, temporal y parietal. Aunque los investigadores no son unánimes si la pérdida de sueño causa este deterioro del cerebro o viceversa.
Decisiones arriesgadas. A la hora de tomar una decisión, el centro de recompensas del cerebro (situado en el cortex prefrontal) se enciende, sugiriendo que será la correcta. Pero si realmente el resultado no era el que se esperaba, los insomnes no se sienten mal, de hecho no es uno de los motivos por los que pierden el sueño.
Daño cerebral. Cuando el maldormir se convierte en la norma, en un hábito, puede haber un daño cerebral irreversible (en este caso en el tronco del encéfalo). Por eso no dejes para mañana lo que puedas dormir hoy, porque esas horas de sueño perdido no se recuperarán jamás.