La misofonía (que significa ‘odio al sonido’) es una hipersensibilidad auditiva o baja tolerancia a un cierto tipo de estímulos auditivos. Las personas que la sufren reaccionan de forma intensa, irracional y negativa a ciertos sonidos a los que la mayoría no prestan atención, p.ej. el goteo de un grifo o la tos. Estos sonidos no tienen por qué tener una intensidad elevada para desencadenar la reacción en la persona con misofonía.
Síntomas de la misofonía
No existe un test que diagnostique la misofonía, pero las personas que la padecen suelen presentar estos síntomas frente a un sonido específico:
- Reacción exagerada a un ruido simple: las reacciones pueden ser de ira o mal humor e incluso de tristeza y ansiedad.
- Agitación.
- Necesidad de huir del sitio en el que está el sonido.
- De forma menos habitual también pueden surgir síntomas físicos como sudoración, dolor de cabeza, problemas de estómago, aumento de la frecuencia cardíaca y dolor en los maxilares.
- En función de la gravedad de la misofonía el paciente puede incluso dejar de llevar a cabo actividades sociales o de tener relaciones personales.
Los síntomas suelen aparecer al final de la infancia o principios de la adolescencia (entre los 9 y los 13 años) aunque pueden comenzar a cualquier edad. Generalmente la reacción la desencadena un solo sonido y posteriormente se van añadiendo otros ruidos detonantes.
Causas de la misofonía
Las causas de la misofonía no están claras. Hay hipótesis que defienden que se trata de un trastorno neurológico en el que la activación de las neuronas ante un estímulo auditivo concreto está asociada con una experiencia estresante o emociones negativas del pasado que provocan esa reacción ante el sonido.
No obstante, según un estudio publicado en 2017 por investigadores de la Universidad de Newcastle, las personas con misofonía presentan ciertas diferencias en el lóbulo frontal del cerebro y en las conexiones entre diferentes áreas cerebrales. Los científicos que realizaron este estudio descubrieron que el cerebro de estas personas funciona más rápido de lo normal y que su corteza insular anterior (zona relacionada con las emociones y los sentidos) mostraba más actividad frente a los ruidos. Según los autores del estudio, esto podría explicar por qué algunos ruidos les producen una respuesta emocional desproporcionada.
Sonidos que pueden provocar desagrado en personas con misofonía
Existe una amplia cantidad de sonidos susceptibles de provocar desagrado en las personas con misofonía:
- Sonidos emitidos por otras personas: masticar, carraspear, bostezar, roncar, respirar fuerte…
- Sonidos relacionados con la voz: susurrar, el uso repetido de palabras…
- Sonidos ambientales como alarmas, el paso de las páginas de un periódico o la presión de las teclas del ordenador.
- Sonidos que emiten electrodomésticos como hornos, neveras o lavadoras.
- Sonidos de animales como perros ladrando o animales comiendo.
Para reducir las molestias ocasionadas por estos sonidos, algunas personas los evitan cambiando sus horarios y hábitos diarios o utilizan auriculares y tapones.
¿Se puede tratar la misofonía?
Actualmente no existe ningún tratamiento para curar la misofonía. No obstante, el especialista puede recomendar algunas terapias para afrontar este problema y mejorar la tolerancia a los sonidos:
- Terapia psicológica: puede ser útil para entender el origen del síndrome, manejar la ansiedad que causa la misofonía y trabajar en las preocupaciones que desencadena. También puede ayudar a flexibilizar la interpretación de las situaciones para que dejen de percibirse como intolerables o amenazantes.
- Terapia de entrenamiento: también realizada por un psicólogo, consiste en ayudar a la persona a concentrarse en un sonido agradable, por ejemplo música, para desviar su atención del sonido desagradable que hay a su alrededor. Con el tiempo, se va eliminando la música hasta que la persona logra no enfocar su atención en el sonido que causó la misofonía.
- Otras terapias: el psicólogo puede recomendar técnicas de relajación como meditación o ‘mindfulness’ para adaptarse a los sonidos desagradables.
También es importante que en la terapia se trabaje en las relaciones personales y la convivencia. Muchas personas se ven perjudicadas por este trastorno, no sólo porque se alejan de otros para evitar estos sonidos, sino también porque se sienten incomprendidos por sus reacciones exageradas.