Cuando estamos de vacaciones es frecuente relajarse con los horarios de sueño y con las rutinas. Parece ser que los noctámbulos, según algunos estudios, son especialmente vulnerables a caer en la “asincronía” típica del verano. El problema viene cuando tenemos que retomar las rutinas, con el reloj biológico cambiado, que hace que sintamos que nunca volveremos a dormir como lo estábamos haciendo.
¿Qué mejor que la madre naturaleza?
Para solucionar este descontrol podemos acudir a la madre naturaleza, así en un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad de Colorado, se encontraron diferencias en los horarios de sueño de los sujetos experimentales que habían ido a acampar, frente a los participantes que se habían quedado el fin de semana en casa.
El estudio es una extensión del trabajo previo del mismo equipo de investigación, conducido por Kenneth P. Wright, sobre los ritmos circadianos y la sincronización del reloj biológico con señales externas, tales como ciclos diarios de luz y oscuridad. La idea central del estudio es como las condiciones de iluminación -utilizamos luz artificial por la noche y reducimos la exposición a la luz del sol durante el día- contribuyen a desarrollar patrones de sueño descontrolados.
El experimento: escapada de verano e invierno
El equipo de Wright examinó los cambios en los niveles de melatonina y la duración de los períodos de sueño y vigilia en los participantes que acamparon al aire libre durante una semana durante el verano. En la extensión del estudio, los investigadores querían comprobar además si había cambios en participantes, según la estación. Así que realizaron dos experimentos: una escapada de verano de dos días, y un viaje de invierno de seis días.
Los investigadores tomaron medidas diarias de los niveles de melatonina de los participantes, tanto durante la acampada, como antes de las mismas. La melatonina es una hormona producida por la glándula pineal que induce a la somnolencia y que ayuda a regular nuestros ciclos sueño-vigilia. La luz suprime la melatonina, y la oscuridad desencadena el que se libere.
El viaje de campamento de verano de dos días cambió el tiempo, pero no la duración de las noches biológicas de los participantes, superando los horarios de descanso de 1,4 horas. Ellen Stothard, coautora del estudio, agregó que «las personas que permanecieron en la ciudad durante el fin de semana, tuvieron un sueño más tardío en comparación con aquellos que fueron a acampar«.
Con la acampada de invierno, los resultados fueron más llamativos, ya que las noches biológicas aparecieron antes y duraron más: 2,6 horas.
Según Stothard, «en el mundo moderno, nuestros relojes se programan más tarde independientemente de la estación, debido a la disminución de la exposición a la luz del sol durante el día y a una mayor exposición a la luz eléctrica durante la noche«.
8 horas de sueño recomendado ¿un producto de la modernidad?
Algunos investigadores afirman que la noche de sueño de ocho horas es un producto de la modernidad. Sin la luz artificial, dormiríamos en dos o más pequeños tramos, separados por un descanso nocturno para el sexo y el trabajo. Sin embargo, otra corriente científica explica que si bien el uso de la tecnología puede afectar a nuestro sueño, la preferencia por un periodo de sueño diario más largo ha evolucionado así por una buena razón.