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Problemas de espalda, un mal de nuestro tiempo

espalda

La posición erecta, el caminar erguido del ser humano, supone profundas exigencias y condiciona notables características de la columna vertebral. La columna vertebral es un tallo resistente y flexible que soporta nuestro cuerpo pero no sólo se comporta como un poste donde nuestro cuerpo está colgado sino como eje de movimientos. Además, una de las misiones de la columna vertebral es la de servir de estuche protector al sistema nervioso: médula y raíces nerviosas, que se encuentran en su interior. Esta es la razón por la que la columna vertebral es parte del cometido de los neurocirujanos, pues muchas enfermedades, tumores, malformaciones o traumatismos, de la columna pueden, en alguna medida, afectar al sistema nervioso.

 La columna se compone de una serie de piezas óseas llamadas vértebras, unidas entre sí por dos pequeñas articulaciones posteriores y por delante por un elemento elástico, fibrocartilaginoso, que por su forma plana y circular recibe el nombre de disco, el disco intervertebral. A todo lo largo de la columna existe un conducto, llamado canal espinal, donde se aloja la médula, de la que emergen las raíces nerviosas que, ya fuera de la columna, constituirán los nervios periféricos. Los esfuerzos continuados que realizamos a lo largo de la vida, entre otros factores, condicionan un cierto e inevitable deterioro de estas estructuras, que se inicia en etapas tempranas de la vida, pues alrededor del 20% de los adolescentes puede tener signos de afectación y con el envejecimiento este proceso se acelera. Estos procesos degenerativos de la columna, que se caracterizan por el deterioro de las vértebras y sus articulaciones, incluido el disco intervertebral, afectan a un elevado porcentaje de la población en un momento u otro de la vida, y son por ello un problema de salud pública mundial. El número de personas afectadas oscila, según diversas estadísticas, entre el 12% y el 35% y se calcula que cerca del 10% desarrollará una forma crónica que producirá discapacidad, la cual puede representar una carga económica importante para la sociedad.

DETERIORO

Cuando los discos intervertebrales se deterioran lo hacen sufriendo roturas de su estructura fibrosa, que nosotros a veces percibimos como una crisis de dolor reflejo, generalmente en la parte posterior de cuello o en la región lumbar, dependiendo del disco afecto. Estas molestias, en alguna medida, las padece todo el mundo en algún momento de su vida. Sin embargo, hay ocasiones en que la rotura de fibras del disco es mayor, lo que provoca un desplazamiento de parte del disco que, introducido en el canal espinal, provoca compresión de estructuras nerviosas. Esto explica la aparición de un dolor irradiado, por el brazo o la pierna, característico de la hernia discal.

La distribución del dolor, es decir, su recorrido a lo largo de la pierna o brazo, o bien si alcanza el borde externo o interno del pie, o en el caso de la mano, si llega más a un dedo que a otros, nos ayuda a precisar cuál puede ser la raíz nerviosa afectada y por tanto en qué
nivel se encuentra la lesión. La exploración clínica, en la que analizamos la sensibilidad, fuerza y reflejos y en la que practicamos algunas maniobras de estiramiento que hacen aparecer o aumentar el dolor, nos aporta elementos para completar el diagnóstico. Finalmente, se realizan estudios complementarios, entre ellos habitualmente una Resonancia Magnética, que nos permite obtener imágenes de la lesión, su tamaño, posición etc.
Otro proceso de la columna que tiene importantes repercusiones sobre el sistema nervioso es la llamada estenosis de canal, es decir: la estrechez del conducto espinal donde se encuentran alojados médula y raíces. Este conducto espinal puede tener de nacimiento un calibre más o menos amplio, dentro de unos márgenes, pero a lo largo de la vida y en general a partir de los 50 o 60 años de edad, puede ver reducido su calibre en algún punto, de extensión variable, por deformidades que afectan a las vértebras y los discos intervertebrales. Esta estrechez produce una compresión de la médula o raíces que, dependiendo del nivel donde se origine, provoca síntomas diferentes pero que, en general, afectan a la marcha,con dolor, hormigueo, torpeza en las piernas y dificultad para caminar trechos largos. Estos síntomas, por el progreso lento del proceso se manifiestan también de una forma insidiosa, lo que hace a veces retrasar el diagnóstico.

Tratamiento

Tanto la hernia discal, como la estenosis de canal, tienen adecuado tratamiento quirúrgico, que consiste fundamentalmente en liberar las estructuras nerviosas afectadas, con lo que los síntomas cesan. En el caso de la hernia discal, el objetivo fundamental es retirar y extraer el fragmento de disco que comprime a la raíz nerviosa, y en ocasiones, como ocurre a veces en la columna cervical, extraer por completo el disco por vía anterior y sustituirlo por un implante que contribuye a dar solidez a la columna y a restablecer su forma y alineación. En el caso de la estenosis de canal, el objetivo de la intervención, es decir, liberar las estructuras nerviosas comprimidas, se obtiene mediante la apertura del canal espinal y la extirpación en mayor o menor grado de los elementos óseos, fibrosos o ligamentosos que las comprimen. A lo largo de los años se han ido diseñando nuevos tratamientos, o también nuevos enfoques en la actitud terapéutica, que el tiempo y la experiencia adquirida han ido depurando, confirmando la utilidad de algunos y desechando otros por ineficaces o perjudiciales.

¿Debe un paciente con una lesión de columnaser intervenido quirúrgicamente?

En general, debe atenerse al consejo de su especialista, que tendrá en cuenta muchos datos que el paciente no puede valorar por sí mismo, pero en líneas generales debemos considerar que un periodo de tratamiento médico y reposo debe ser la primera opción. De no ser efectivo, debe considerarse la opción quirúrgica, dado que, con un riesgo escaso permite obtener muy buenos resultados. Una vez concluida la fase de postoperatorio inmediato puede ser necesario en ocasiones un tratamiento adicional de Rehabilitación, destinado fundamentalmente a aliviar contracturas y a restablecer un adecuado equilibrio postural. Finalmente debemos tener en cuenta que, en alguna medida, está en nuestra mano la prevención de estas lesiones. Debemos hacer ejercicio moderado, evitar esfuerzos violentos en posturas forzadas o, en todo caso, realizarlos con las debidas precauciones y en la postura adecuada. Al estar sentados, en el trabajo o el estudio, debemos evitar posturas viciadas, cuidar que la silla sea ergonómica y mantener a la altura adecuada la mesa y el ordenador.

 

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