Lo más duro para Pepe Palma fue lo del Winston. Hasta hace poco fumaba una cajetilla diaria de rubio, pero cuando se supo que los cirujanos iban a trastear en las interioridades de su cerebro tuvo que dejarlo, pues tabaco y neurocirugía son términos contradictorios. Optó por la neurocirugía, aunque todavía echa de menos ese pitillo tan agradecido. Pepe actuó con un par. Cuando los médicos le hablaron de la posibilidad de operarlo manteniéndolo a él bien despierto durante la intervención, no lo dudó, incluso sabiendo que era la primera vez que esto se hacía en Granada. Pepe es parco en palabras, pero no en valentía. El resultado es que ahora es más feliz.
El Hospital Virgen de las Nieves hizo con Pepe, vecino de la localidad de Chite, un despliegue de medios de los que se ven pocos. Un tropel de servicios se puso a su disposición para garantizar el éxito de la primera operación de neurocirugía con el enfermo despierto en el quirófano que se celebra en Granada. Neurofisiología Clínica, Neurorradiología, Neurología, Neuroanestesia, Neuropsicología y Enfermería se pusieron manos a la obra para trabajar por Pepe. Él mismo fue un elemento decisivo en la operación, pues ayudó más de lo que puede parecer: iba indicando a los médicos cómo se sentía y a la vez respondía a las preguntas que se le formulaban. El doctor Gonzalo Olivares no duda en decir que Pepe fue su propio ‘cocirujano’.
Contemplar el vídeo de la operación es espeluznante: gracias a un buen boquete abierto en la zona parietal izquierda, el cerebro de Pepe queda perfectamente a la vista, pues está al aire libre, pero lo más llamativo es que él, a la vez, está despierto. El personal le muestra varios folios con imágenes durante la operación. Le colocan delante un dibujo de un coche. «¿Esto qué es?». «Un coche», responde. Después viene un ladrillo. «¿Esto qué es?». «Un ladrillo». Y más tarde, una bola. «¿Esto qué es?». «Pues una bola». El paciente no ha fallado ni una.
El equipo
Los neurocirujanos Gonzalo Olivares y Ángel Horcajadas comandaron la operación, aunque en ella también tuvieron papeles relevantes el anestesiólogo Enrique Vázquez, el neurofisiólogo Ernesto Galdón y la neuropsicóloga María Espinosa, por citar sólo algunos nombres de un amplísimo equipo multidisciplinar.
¿Cuál era el problema de Pepe? Según las explicaciones de Gonzalo Olivares, la Unidad de Cirugía de la Epilepsia de Granada recibe pacientes de toda Andalucía, ya que está considerada como ‘de referencia’ en la comunidad autónoma. Dicha unidad recibió al enfermo, que le había sido derivado desde el Hospital Clínico de Granada.
Su diagnóstico era el siguiente: malformación vascular ubicada en el lóbulo parietal izquierdo del cerebro. Su nombre científico es el de angioma cavernoso. Esta patología es de origen hereditario y ya había dado problemas anteriores al enfermo, que en alguna ocasión había sufrido algo parecido a una crisis epiléptica como consecuencia de una hemorragia y que en esa medida corría peligro.
Esa hemorragia fue el desencadenante de la operación: el episodio de epilepsia ocasionó al enfermo la pérdida de sensibilidad en una mano y en parte de la cara, a la vez que se quedó sin fuerza en la citada mano.
La operación pretende evitar la repetición de las crisis epilépticas. Y también pretende eliminar lo que Pepe Palma califica como «bomba de relojería»: en cualquier momento podría sangrar el cavernoma y acabar produciendo una hemiplejia o, en el peor de los casos, incluso la muerte.
El problema se concentraba en un área concreta del cerebro, próxima a las zonas relacionadas con el movimiento y con el lenguaje. De hecho, a lo largo de la operación los doctores tuvieron que rozar dichas zonas, e inmediatamente el enfermo mostró pérdida de movilidad y dificultades para hablar.
Ésa es precisamente una de las finalidades de esta técnica quirúrgica con el paciente despierto:que él mismo vaya dando pistas a los cirujanos durante la intervención.
«El hecho de estar despierto nos ayuda y orienta a los cirujanos, porque sus indicaciones nos garantizan más el no dejarle secuelas, a la vez que él mismo también se sentía así más seguro, aunque parezca mentira», apunta el doctor Olivares.
Quien se vio obligado a emplearse a fondo fue el anestesiólogo Enrique Vázquez, pues el paciente no estuvo despierto durante toda la operación, sino en su parte esencial. Es decir: Enrique Vázquez mantuvo despierto al enfermo, lo durmió para la fase de la intervención que interesaba y después lo volvió a despertar. Tuvo que hacer un trabajo realmente fino, todo un reto.
Pero antes de la operación, Pepe Palma hubo de pasar por un periodo de preparación psicológica para abordar con garantías el proceso. Ese trabajo psicológico le permitió controlar su ansiedad durante la intervención, y también le permitió dejar el tabaco. Ahora, a toro pasado, se encuentra fenomenalmente, aunque, eso sí, echa de menos el pitillo. Y es que lo del Winston fue para él lo más duro.