«Primavera intensa» para las personas alérgicas al polen. Es la previsión para abril-julio que hace la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), cuyo experimentado Comité de Aerobiología coordinado por Javier Subiza sugiere tomar precauciones para evitar serios problemas de salud en ese colectivo, sobre todo a pacientes con asma polínico. El pronóstico sobre concentraciones acumuladas de polen de gramíneas para esos meses supera los 5.100 granos por metro cúbico de aire, casi el doble de los 2.800 del año pasado.
La previsión corresponde a la España interior (Madrid, las dos Castillas, Extremadura, zonas interiores de Andalucía y las comunidades levantinas) de clima continental, donde abundan las gramíneas que, según Subiza, son «la causa número 1 de polinosis y producen más alérgicos que todos los pólenes juntos». El experto recuerda que el nivel 4.500 marca la frontera de las «primaveras intensas», cuyo impacto sanitario es rotundo: el salto de ese listón se traduce en el doble o triple de asistencias por asma en los servicios de salud y en la multiplicación por seis de las ventas de antihistamínicos. «No será la más intensa de los últimos 30 años, pero sí de las más importantes», advirtió.
Sorpresas
Tras el irregular comportamiento climático del año pasado, que «rompió el pronóstico» de la SEAIC con una prolongada etapa marzo-junio de calor y falta de lluvia, este año también ha habido cierta «sorpresa». Las previsiones iniciales sugerían una primavera más llevadera, pero la gran pluviosidad de diciembre-febrero (más del doble de la media de 2009) ha hecho virar los pronósticos hacia la polinización intensa.
Aunque la experiencia de recuentos desde 1973 «ayuda a entender los años típicos y atípicos», Subiza reconoce que siempre puede haber cambios repentinos que alteren los cálculos. Pero lo importante, insiste, es que los pacientes en riesgo de asma polínico «sepan cómo viene la primavera» para poder consultar con su médico y, si lo necesitan, tomar «medicación preventiva para no terminar en el servicio de urgencias».
Además de las medidas lógicas de precaución para ‘esquivar’ al polen (evitar parques, jardines, áreas de vegetación y sobre todo el césped; cerrar ventanas y mantener la habitación en penumbra durante el día; usar filtros en el aire acondicionado del coche, etcétera), hay fármacos para combatir los síntomas alérgicos más dañinos y molestos. Pero su eficacia se limita al período concreto en que se toman. «El único tratamiento que aporta algo más que el control de síntomas es la inmunoterapia», remarcó el presidente electo de la SEIAC José María Olaguibel, «ya que mantiene su eficacia al cabo de años y frena un poco la progresión de la alergia».
Vacunas en comprimidos
El especialista navarro, que recordó que la inmunoterapia cumplirá un siglo en 2011, dijo que en este ámbito es «de los tratamientos más sencillos, seguros y eficaces», y se ha renovado con las «vacunas de última generación en comprimidos».
Aunque su implantación es lenta (sólo se vacuna una de cada diez personas alérgicas), los metaensayos con gran número de pacientes han permitido «comprobar la persistencia de su efecto hasta uno o dos años después de retirar el tratamiento». Y eso, remachó, las hace «muy ventajosas en coste», tanto por la «reducción del gasto sanitario directo», con menos visitas al médico y menos fármacos sintomáticos, como por sus «costes indirectos muy elevados» derivados del menor rendimiento laboral y escolar.