El pescado blanco destaca por su bajo contenido graso y su alto valor nutritivo, lo que lo convierte en un alimento muy recomendado dentro de una dieta equilibrada. Variedades como la merluza, el bacalao o el gallo ofrecen proteínas de calidad y minerales esenciales, sin aportar un exceso de calorías ni de grasas saturadas.
En muchos hogares, el formato congelado resulta una alternativa cómoda, segura y económica para consumir este tipo de pescado sin depender de la pesca diaria ni de la estacionalidad del producto.
¿Por qué elegir pescado blanco congelado?
Conservar el pescado en frío permite mantener sus propiedades nutricionales, siempre que el proceso de congelación y transporte haya sido el adecuado. Esta opción resulta especialmente útil para quienes buscan incluirlo de forma regular en sus menús, ya que:
- Permite conservar la textura y el sabor si se descongela correctamente
- Facilita el almacenamiento y la planificación de comidas
- Reduce el desperdicio de producto
- Es apto para todo tipo de preparaciones: al vapor, al horno, a la plancha o en guisos suaves
Los expertos coinciden en que no existen diferencias significativas entre el pescado blanco fresco y el pescado blanco congelado si ambos han sido tratados de forma correcta.
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