«Supongo que porque las madres tienen la responsabilidad principal del cuidado de los niños y la vida familiar, cuando piensan en los asuntos de familia, tienden a pensar en los aspectos menos agradables, como el tener que ir a recoger al niño de la guardería o tener que programar una cita con el médico para un niño enfermo, por lo que son más propensas a estar preocupadas», explicó la autora del estudio, Shira Offer, profesora asistente en el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Bar-Ilan en Israel.
Mucho se ha escrito acerca de la división desigual del trabajo doméstico y el cuidado de los niños, pero la inmensa mayoría de los estudios en este campo examinan comportamientos específicos, según la investigadora. «Estos estudios se centran en el aspecto físico de las tareas y las demandas, que pueden ser medidos y cuantificados con relativa facilidad. Sin embargo, gran parte del trabajo que hacemos, tanto remunerado como no remunerado, tiene lugar en nuestra mente», destaca esta experta.
El estudio se basa en datos de ‘500 family study’, una investigación multimétodo sobre las experiencias de familias trabajadoras de clase media con información completa de 1999-2000 de familias que viven en ocho comunidades urbanas y suburbanas en Estados Unidos. La mayoría de los padres tienen educación alta, ocupaciones profesionales y trabajan, en promedio, más horas y aportan unas ganancias más altas que las familias de clase media en otras muestras representativas a nivel nacional.
En general, los autores encontraron este trabajo intelectual es de aproximadamente 29 y 24 horas semanales para las madres y padres, respectivamente, pero las madres y los padres gastan alrededor del 30 por ciento del tiempo de su trabajo intelectual en pensar sobre los asuntos de familia. «Esperaba que la brecha de género en el trabajo intelectual, especialmente aquellos aspectos que están relacionados con la familia, iba ser mucho más grande. Lo que mi investigación muestra es que en realidad las diferencias de género en el trabajo mental son más una cuestión de calidad que la cantidad«, subraya.
Pensar en las cuestiones familiares afectó negativamente en el bienestar de las madres, pero no de los padres, según la directora del estudio, quien cree que las expectativas sociales empujan a las madres a asumir el papel de administradoras del hogar y llevarlas a abordar de manera desproporcionada los aspectos menos agradables de cuidado de la familia. «Creo que lo que hace de este tipo de trabajo intelectual una experiencia negativa y estresante para las madres en general sólo es que ellas son las juzgadas y consideradas responsables de las cuestiones relacionadas con la familia», resumió