Un nuevo estudio pone el foco sobre una preocupante realidad. España lidera el ranking de los diez países europeos con las mayores tasas de obesidad y sobrepeso. Así lo determina el Informe Regional Europeo sobre la Obesidad 2022, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según el mismo, España ocupa el puesto número 9 entre los 53 países analizados y alcanza tasas totales de exceso de peso por encima del 60%. Los porcentajes son superiores en hombres que en mujeres.
A su vez, una investigación llevada a cabo por la Iniciativa de Vigilancia de la Obesidad Infantil (COSI) revela que España es el tercer país europeo con una mayor relevancia de sobrepeso y el cuarto en obesidad infantil. Para llegar a esta conclusión, se han analizado ciertos criterios como los hábitos alimentarios, la realización de actividad física, como así también otros factores que inciden en la salud. En ese sentido, uno de los datos que más llama la atención tiene que ver con la alimentación de los niños españoles que son los que menos verduras comen a diario. Cuando de frutas hablamos, las cifras no son tanto mejores. España se posiciona como el sexto país con menos ingesta diaria de frutas entre la población infantil europea.
Las cifras reiteran lo que ya es una obviedad. Una de las medidas fundamentales para hacer frente a esta preocupante realidad es educar a los ciudadanos, niños y grandes, para que aprendan a llevar hábitos más saludables relacionados con la alimentación y el ejercicio físico. Por eso, desde la OMS y otros organismos exigen a los países que hagan más para incentivar a los niños a llevar una vida sana, priorizando dietas saludables. Entre las recomendaciones brindadas para reducir y prevenir el sobrepeso y obesidad infantil, la OMS destaca incrementar la ingesta de frutas y verduras, como así también de legumbres, cereales integrales y frutos secos. También aconseja reducir el consumo de grasas saturadas y azúcares y también incrementar la actividad física.
Esto es más relevante si se tiene en cuenta que uno de los datos más alarmantes que arroja el informe de la OMS es que los países mediterráneos encabezan el ranking de obesidad y sobrepeso. Esto se debe a que países como España se están alejando cada vez más de la dieta mediterránea. De hecho, esta también ha sido una de las conclusiones de un estudio reciente de Save The Children que demuestra que los países mediterráneos “han pasado de tener una de las dietas más sanas del mundo a otra donde los dulces, la comida rápida y las bebidas azucaradas han desplazado a la fruta, la verdura, el aceite de oliva y el pescado”. Lo que tiene consecuencias directas en la salud de los ciudadanos.
Quien también alertó sobre esta preocupante realidad ha sido Purificación González Camacho, la subdirectora General de la Promoción de Alimentos de España del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Durante el XIV Congreso de la Sociedad Española de Nutrición Comunitari SENC, González Camacho se refirió a la falta de adhesión a la dieta mediterránea en los hogares españoles e insistió en que se debe “ofrecer mensajes claros y concisos al consumidor para que pueda elegir su dieta con los productos que tiene accesibles en los mercados”. De aquí la importancia de recordar los beneficios de esta dieta que es considerada como una de las más saludables y equilibradas al priorizar el consumo variado de alimentos sanos, de estación y proximidad.
Entre las medidas que se están considerando a nivel europeo para informar a los consumidores hay una que ha ganado protagonismo. Se trata del etiquetado nutricional en la parte frontal de los envases, un proyecto que forma parte de la agenda de la Comisión Europea y que afectará a todos los países de la UE, ya que el plan es encontrar un etiquetado que funcione para todos los mercados que la componen. Es decir, un etiquetado armonizado a lo largo de la UE que sirva para incentivar a los ciudadanos a consumir productos de mayor calidad nutricional. En teoría, el proyecto es atractivo. Aunque en la práctica, está resultando ser bastante más complicado. Esto se debe a que el modelo que se imponía hasta ahora era el NutriScore. Un sistema desarrollado en Francia que ha sido fuertemente criticado por inducir a los consumidores al error al marcar productos malsanos como saludables. Irónicamente, los productos tradicionales y pilares de la dieta mediterránea obtienen peores calificaciones que productos como las patatas fritas congeladas o las hamburguesas.
Las advertencias de expertos con respecto a las limitaciones del etiquetado NutriScore han llegado a los oídos de la Comisión. Días atrás, un grupo de 23 eurodiputados de distintos partidos políticos le hicieron llegar una carta en la que le piden a la comisaría europea de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides que evite “los sistemas demasiado simplistas” y “los juicios de valor a la hora de calificar la calidad nutricional de cada producto”.
También exigen que la información nutricional esté basada en datos objetivos basados en la ingesta de referencia establecida por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Si bien la carta no hace referencia explícita al NutriScore, se entiende que las críticas apuntan a este sistema al que ya varios acusan de “inducir a decisiones erróneas por parte de los consumidores». De hecho, esta fue la conclusión de la Autoridad Italiana de la Competencia que decidió prohibir la utilización de NutriScore al comprobar que el etiquetado podría inducir a error a los consumidores a través de una clasificación arbitraria.
En lugar de inducir a los consumidores a seguir optando por productos malsanos y cargados de añadidos artificiales, el etiquetado armonizado debe actuar como una pieza fundamental de información para que luego cada uno pueda analizar si debe incorporarlo o no en su dieta teniendo en cuenta su situación individual, su condición de salud, su estado físico, entre otras. El etiquetado europeo debe tener en cuenta el contexto actual y actuar como un incentivo para que los consumidores tomen conciencia del impacto del consumo de cada alimento en su dieta.
Como nutricionista puedo decir que desgraciadamente este país ha adoptado unas costumbres alimentarias que no son nada beneficiosas, a pesar de conocer los grandes beneficios de la dieta mediterránea , nos hemos lanzado al consumo de alimentos prefabricados y ultraprocesados, que están deteriorando y mermando nuestra salud y aumentando de forma alarmante los niveles de obesidad en todas las franjas de edad.