Para llegar a esta conclusión, el equipo dirigido por Dolores Corella analizó dos genes vinculados a la obesidad: FTO y MC4R. FTO, también conocido como gen de la masa grasa, es el principal gen asociado con obesidad común en todas las poblaciones y uno de los principales responsables de la acumulación de grasa de humanos, mientras que MC4R es el segundo gen en relevancia en los estudios de genoma completo asociados a la obesidad, ha informado el Ciberobn.
Partiendo de que en el desarrollo de la obesidad influyen no sólo factores como la alimentación, el ejercicio o los aspectos socioculturales, sino también el perfil genético, el Ciberobn decidió relacionar varios de esos condicionantes en una nueva línea de investigación. El objetivo, analizar si la dieta mediterránea y el ejercicio físico son capaces de combatir la predisposición genética a la obesidad, estudiando de manera simultánea las variantes en los dos genes citados.
Para determinar si su vinculación con el peso corporal se podía modular a través de la dieta y el ejercicio físico, los científicos trabajaron con una muestra de 7.052 participantes. «Además de verificar los efectos del gen FTO, que confiere predisposición a la obesidad -mayor índice de masa corporal, circunferencia de cintura y prevalencia de exceso de peso-, observamos que el gen MC4R tenía efectos aditivos, de manera que las personas con presencia simultánea de ambas variantes genéticas presentaban mayor peso que si sólo tenían una», según Corella.
Sin embargo, ha continuado esta científica, estos efectos genéticos «no son uniformes para todas las personas, sino que están modulados por el ejercicio físico y la dieta mediterránea».
Corella ha explicado que en lo relativo a la interacción de estos polimorfismos con el estilo de vida, se comprobó que en sujetos sedentarios la asociación de estas variantes con un mayor índice de masa corporal o riesgo de obesidad era mayor que en sujetos activos, «en los que prácticamente se contrarrestaba esta mayor predisposición genética». Para esta investigadora, la conclusión es muy clara: «La práctica de ejercicio físico y la alimentación es clave para compensar la mutación de los genes FTO y MC4R, de manera que las personas que la padezcan no tienen por qué ser obesas siempre y cuando practiquen deporte y tengan un alto grado de adherencia a la dieta mediterránea«.
Este hallazgo abre una nueva diana terapéutica y preventiva para combatir la obesidad, «superando la influencia que juega la genética en esta patología «.