Se ha desarrollado una novedosa terapia contra el cáncer de mama, el TDM-1, que está llamada a «revolucionar» el tratamiento de esta enfermedad ya que, por primera vez, agrupa en una única molécula un agente biológico que hace de «caballo de troya» o «misil teledirigido» para una potente quimioterapia que se libera al llegar a la célula tumoral.
Este avance actúa contra un subtipo del cáncer de mama, el subtipo HER-2 positivo, que representa el 20 por ciento de estos tumores. No obstante, el mecanismo de acción utilizado representa «una nueva forma de abordar el cáncer», como ha señalado Joan Albanell, del Servicio de Oncología del Hospital del Mar de Barcelona, quien ha participado en el desarrollo en España de esta terapia experimental y no descarta que pueda ampliarse en el futuro como primera opción terapéutica de este tipo de cáncer u en otros en los que también juega un papel clave el HER2, como en los tumores gástricos.
En concreto, la molécula incorpora la terapia biológica que hace 10 años revolucionó el tratamiento de esta enfermedad , trastuzumab, comercializado como ‘Herceptin’, y recupera la potente quimioterapia DM1, que se desarrolló hace 20 años pero que no se utilizaba desde entonces por la alta toxicidad que conllevaba.»Es 20 veces más potente que muchas de las quimioterapias que se utilizan actualmente, de ahí que al administrarse de forma convencional los efectos secundarios fueran muy altos», ha explicado Albanell.
Sin embargo, su unión al trastuzumab permite llevar esta quimioterapia hasta la membrana de la célula tumoral y, una vez allí, se libera. «Los beneficios son espectaculares, al tiempo que se minimizan los efectos secundarios para estas pacientes», ha añadido el jefe de la Unidad de Mama del Hospital Vall d’Hebrón de Barcelona, Javier Cortés. Los resultados han demostrado como este fármaco, que se administra por vía intravenosa una vez cada tres semanas, logra retrasar la evolución del tumor una media de 9,6 meses, frente a los 6,4 meses que consigue la terapia estándar. Además, la tolerancia ha sido muy buena, como prueba que en solo un 15 por ciento de las pacientes hubo que bajar la dosis y solo un 4 por ciento abandonó el estudio.