Más de tres millones de personas padecen osteoporosis en España, una enfermedad «silenciosa» que afecta fundamentalmente a las mujeres mayores de 70 años y que en numerosas ocasiones no da la cara hasta que se produce «el desenlace trágico» que supone una fractura de hueso.
La osteoporosis es una patología que afecta a todos los huesos del esqueleto y se caracteriza por una disminución de la resistencia ósea. Los huesos pierden parte de su resistencia, son más frágiles y por tanto más propensos a fracturarse de manera espontánea o después de un traumatismo mínimo. La fractura de cadera derivada de la osteoporosis es la mas grave de todas y se estima que entre el 12 y el 16 por ciento de las españolas la padecerá en algún momento de su vida.
«El desenlace trágico de la osteoporosis y el más grave de todos es la fractura de cadera, que llega incluso a amenazar la vida de quien lo padece», señala el ex jefe de Sección del Servicio de Rehabilitación del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Andrés Peña. Un alto porcentaje de estos pacientes, de hecho, no llega a recuperar nunca el nivel de movilidad que tenía antes de sufrir la fractura de cadera.
Además de la de cadera, hay otras fracturas muy frecuentes como son la de muñeca, la fractura del hombro o las fracturas vertebrales «que hacen que la persona se quede mas pequeña y encorvada, con lo que respira peor», indica Peña. Sin embargo, los especialistas coinciden en que esta enfermedad se puede prevenir desde la infancia con unos adecuados hábitos. «Hay una serie de costumbres que, desde niños, pueden construir un esqueleto fuerte para cuando llegue la época de pérdida, más notable en la mujer en la postmenopausia», explica.
En este sentido coincide también la jefa del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario de la Princesa, Rosario García de Vicuña, que insiste en la necesidad de prevenir desde la niñez. «La gente tiene que saber que el capital óseo empieza de niño, cuando hay que acostumbrarse a tomar alimentos con calcio como derivados lácteos, que también pueden ser desnatados, verduras o pescados», recomienda.
A estos hábitos deben sumarse otros como el ejercicio físico o tomar el sol que, gracias a la vitamina D que produce, ayuda a fortalecer los huesos. Pero la prevención no debe quedarse en la infancia, también una vez diagnosticada la enfermedad tienen que mantenerse estos hábitos saludables y practicar ejercicio físico, aunque sea moderado. «Cuanto más enérgica sea la actividad física, más cantidad de hueso produce o retiene, pero hay que ser realista porque algunas personas mayores no están en condiciones de hacer una actividad muy enérgica», subraya.
Insiste, no obstante, en que estas personas «deben hacer la actividad física y deportiva que puedan, porque lo que es completamente nefasto es el sedentarismo y la inmovilidad».