La disfunción sexual que sufren las mujeres supervivientes a un cáncer de mama se relaciona con la ansiedad fóbica, según revela un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Córdoba, el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica (IMIBIC) y el Hospital Universitario Reina Sofía.
Estas mujeres presentan dificultades con la excitación, la lubricación, el orgasmo y la satisfacción sexual. Aunque hay otros factores, este estudio publicado en la revista Psycho‐Oncology señala que el impacto psicológico puede ser suficiente para perder el deseo.
La investigadora de la UCO Ana Abril Requena explica que “la ansiedad fóbica se relaciona de forma consistente con las alteraciones sexuales en este grupo de pacientes, lo que demuestra el gran peso de los factores psicosociales sobre la sexualidad, haciendo que en las relaciones sexuales se vivan como experiencias desagradables”.
Ciertos tipos de cáncer afectan más a la sexualidad que otros, como aquellos relacionados con los órganos reproductivos. La investigación revela que, en el caso del de mama, la ansiedad fóbica es el motivo principal que provoca la falta de apetencia sexual. Se observa una menor actividad sexual e interés por el sexo y una peor percepción del propio atractivo.
Abril señala que los hallazgos de la investigación “pueden utilizarse para mejorar la prevención de este tipo de problemas y para desarrollar intervenciones más específicas destinadas a reducir los síntomas que afectan negativamente a la calidad de vida de las pacientes y sus parejas usando, por ejemplo, terapia conductal o métodos de relajación”.
Del estudio se deprende otro dato: la mayoría de las que han sobrevivido a esta patología, un 79,3 %, no se encuentran satisfechas con la cantidad y calidad de la información suministrada por parte del personal sanitario con respecto a los efectos secundarios que la enfermedad provoca en la sexualidad después de recibir el diagnóstico y, sobre todo, el tratamiento.
Para llevar a cabo el estudio los investigadores se han basado en cuestionarios realizados a dos grupos de mujeres, uno formado por las que habían recibido un diagnóstico de cáncer y que habían finalizado el tratamiento y, otro por aquellas sin ninguna historia de cáncer previa. Cada grupo estaba compuesto por 30 participantes con una media de edad de 55 años, la mayoría de ellas casadas y con un nivel de estudios similar en los dos grupos. Del equipo de pacientes, la mayoría habían recibido quimioterapia (76,7%), radioterapia (73,3%), seguido por hormonoterapia (60%; 23,3%) y cirugía conservadora (50%).