Datos. Ocho de cada diez se encuentran integrados en colegios ordinarios, pero faltan recursos para reducir las altas tasas de acoso y abandono
El esfuerzo conjunto de la sanidad, la comunidad educativa y las familias ha permitido que en solo una década se hayan cuadruplicado los alumnos de las escuelas e institutos españoles con diagnóstico de trastorno del espectro autista (TEA).
Los estudiantes con TEA matriculados en los niveles no universitarios rondan los 69.000, casi cuatro veces más que el curso 2011-12. Esto supone que la gran mayoría de niños y adolescentes con estos trastornos se encuentran ya diagnosticados a edades tempranas y escolarizados, pues la proporción respecto al total de alumnos se aproxima mucho a la prevalencia para este grupo de patologías, que es de uno de cada cien menores.
La razón fundamental del notable incremento hay que buscarlo, según apunta Funcas, el centro de análisis sociales de las Cajas de Ahorro, en la mejora y generalización de las técnicas de diagnóstico temprano de este tipo de trastornos. Es un gran avance porque el diagnóstico precoz les permite acceder ya desde la primera infancia a las ayudas y servicios especializados que deberían facilitar un mejor desarrollo personal y una mayor capacidad de integración social.
Sin embargo, pese a estas mejoras, tanto la Confederación Autismo España como las organizaciones de docentes consideran que los recursos para atender las necesidades especiales educativas y la integración de estos alumnos son «insuficientes». Faltan más profesionales especializados en tareas de apoyo y convivencia, para lograr los mejores resultados formativos, pero también más trabajo de concienciación entre los estudiantes para que sepan en qué consisten estos trastornos y cómo deben relacionarse con sus compañeros.