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Logran paliar los efectos nocivos del Alzheimer

Hubo una vez en la que el padre no reconoció a su hijo, y otra en la que la madre olvidó el nombre de su marido, así como alguna en la que antes de morir no supo por qué había vivido. Desalentador, verdad.

Esta situación se ha convertido en una constante en muchas familias. Alguno de sus miembros de la noche a la mañana, pierde la noción del tiempo, de las cosas y entra en el olvidadizo universo del Alzheimer. Antes, cuando ocurrían estos episodios se solía achacar a una misteriosa enfermedad llamada demencia senil. Y se tenía el pensamiento, social más que médico, de que se moría por el inevitable paso de los años y las consecuencias degenerativas del quehacer diario.

Pero con los avances de la investigación médica, el alzheimer es una de las enfermedades sobre las que más se investiga y se indaga por su desconcertante efecto en la mente del ser humano. Estos progresos, poco a poco, han permitido ir inyectando posibles soluciones, al menos en cuanto a la paliación de los efectos para el enfermo, y de pequeñas victorias para los cuidadores. El último de ellos es ya el más importante hasta la fecha.

Hace unos días, dos equipos dedicados a la investigación científica sobre esta enfermedad (Reino Unido y Francia), dieron en la diana. Identificaron tres genes, nuevos hasta la fecha como se hizo eco la prestigiosa revista Nature Genetics. Desde 1993, no se había identificado genes asociados. De èstos- CLU, PICALM Y CR1- ya se conocían ciertos avances. Lo novedoso es que tanto el primero como el tercero, comparten la función en la reducción de las zonas inflamadas y nocivas en el cerebro provocadas por una elevada respuesta del sistema inmunológico.

La directora del estudio conjunto entre investigadores de ambos países, Julie Williams (Universidad de Cárdiff), manifestó que se trata del «mayor avance logrado en la investigación del Alzheimer en los últimos quince años». Y no es para menos. En el año 2005, el 0,37% de la población a nivel mundial padecía algún tipo de demencia. ¿Alarmante?. Pues bien.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este porcentaje aumentará en un 11% en tan sólo una década y en un 22% hacia el año 2030. ¿Causa?. Envejecimiento de la población. Por ello Williams alegó que estos descubrimientos se conviereten en «significativos y concluyentes». De este modo, reducir la proliferación de la enfermedad radica en la eliminación de los dañinos efectos por medio de tratamientos, tal y como expresó la investigadora, quién auguró que de ser así, se podría prevenir el 20% de los casos.  

¿ Pero qué es en sí esta enfermedad?.

Según la RAE se define como una atrofia cerebral difusa, asociada generalmente con demencia, que se presenta de ordinario en la edad senil. La comunidad médica la caracteriza como una pérdida progresiva de memoria así como de otras capacidades mentales. Esto se produce por la muerte de las neuronas provocando que zonas del cerebro se atrofien.

Como se ha citado anteriormente, la memoria es su principal flanco de batalla pero existen otras. Dificultad para el reconocimiento de las percepciones (agnosia), imposibilidad progresiva en la ejecución de movimientos (apraxia) así como dificultades para el lenguaje. En este último, parece que la habilidad es una punto a favor para reducir la aparición de la enfermedad.

La ciencia avanza al igual que la enfermedad. Parece que la primera se ha adelantado. El problema es que el tiempo juega en su contra. Lo que queda de manifiesto es que cualquier solución que palie el efecto agotador de esta enfermedad, bienvenida será. Ya son muchos los implicados que la padecen desde la cercana distancia del olvido de aquellos que algún día reconocían el simple paso de la vida.

 

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