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Llega el frío y con él, los virus de temporada

La historia se repite. Hemos llegado a la luna, hay vuelos espaciales para millonarios, se premia el último medicamento contra la diabetes, implantan prótesis sacadas de una impresora 3D y la esperanza de superar cualquier tipo de cáncer es cada vez mayor y en algunos casos rozando el ciento por ciento. Pero todavía no se ha inventado nada que corte de raíz el resfriado común, nos quite el catarro o nos invite a abandonar la cama ante una gripe.

Llega el cambio de estación, bajan las temperaturas, nos reunimos mucho más en ambientes cerrados, tardamos más o menos en cambiar de vestuario y convivimos con los primeros virus de la temporada desde que empieza a apagarse el tiempo vacacional y se inicia una temporada nueva en todo aquellos en lo que estamos implicados: nuevo curso escolar, nueva cartelera de teatro, de cine, de deportes… Total, que empiezan las toses, los estornudos, la fiebre y las complicaciones.

La primera de ellas es el diagnóstico o, mejor dicho, el auto diagnóstico o los multidiagnósticos familiares que pueden ir desde la sapiencia de la abuela a la última noticia leída por el cuñado más propenso a la Navidad y que llevan aparejada bien una receta tradicional o la de la última píldora de cuyo nombre nadie se acuerda «pero que lo saben en la farmacia del barrio».

No hay que preocuparse demasiado y la propia experiencia de cada cual bastará para saber elegir la herramienta curativa más adecuada.

Diagnóstico

Lo primero en lo que pensamos es en que hemos pillado el clásico catarro para, a continuación referirnos a lo que nos pasa como un resfriado y, si no hay mejora, cambiarlo por el de gripe ¿Es lo mismo una gripe que un resfriado común o catarro? Pues no. Los que saben de eso, los médicos, que para eso han estudiado una larga carrera y han pasado por una etapa MIR, nos dicen que son enfermedades distintas, aunque tengan algunos síntomas parecidos; como por ejemplo, tos, estornudos, dolor de garganta y cabeza, congestión nasal, mucosidad en las vías respiratorias superiores y molestias musculares inespecíficas. En lo que coinciden es que son enfermedades infecciosas víricas y su diferencia, el virus que las origina.

El 40% de los catarros comunes suele estar provocado por el rinovirus y el coronavirus mientras que la gripe estacional la produce una familia denominada orthomyxovirus, concretamente los tipos A, B y C. En cuanto a los síntomas que las diferencian, en primer lugar, la fiebre, que es lo más característico de la gripe. Además, el dolor muscular y articular; las manifestaciones respiratorias, como tos y congestión nasal; molestias al mover los ojos, as como escalofríos, fotofobia y, en algunos casos, manifestaciones digestivas, como vómitos o diarrea.

Además, la gripe suele ser una enfermedad mucho más postrante e invalidante que un resfriado común o catarro y cuya duración depende de la tolerancia y adaptación de cada persona, pero es muy probable que requiera de una semana de descanso, aunque algunos síntomas, como la tos, podrían persistir una o dos semanas más y la sensación de cansancio o malestar puede prolongarse durante un mes.

La gripe, básicamente, no tiene tratamiento y lo que se prescribe tiene como finalidad aliviar sus síntomas, pero no curarla. La cosa es asó y eso echa por tierra las recetas de la abuela y las del cuñado navideño.

A partir de ahora, y durante unos meses, encontraremos las consultas atestadas de pacientes debido a estas molestias que de antemano se sabe que, con o sin médico, duran una semana.

Sólo se debe acudir al médico cuando la fiebre no remita y permanezca elevada, cuando se nota dolor de pecho y, sobre todo, si existe expectoración verdosa o amarillenta. También siempre que se trate de enfermos crónicos o con tratamientos inmunosupresores. Lo mejor para prevenirla es la vacuna, eficaz hasta en un 80 % de los casos y aunque todas las personas podrían beneficiarse de esta vacuna, se recomienda específicamente a los mayores de 65 años y a cualquier persona que tenga una enfermedad crónica.

En cuanto al resfriado común o catarro, su duración habitual es de 10 días y la forma más sencilla de prevenirlos es lavarse las manos con frecuencia.

Resfriados frecuentes

Los resfriados frecuentes o continuados suponen un problema para muchas personas ya que acaban por afectar a las rutinas diarias y representan por ello uno de los mayores motivos de ausencia al trabajo.

Los resfriados son frecuentes no solo porque los podemos observar en numerosas personas de nuestro círculo de relaciones y la frecuencia se hace notar  en la cantidad de veces que una misma persona puede tener la enfermedad durante el año . Y, sobre todo, en las estaciones de otoño e invierno, que son las más propicias para coger un buen resfriado.

Un resfriado es una infección de las vías respiratorias superiores originada por el contagio de un virus y se contagian con mucha facilidad , lo que explica la frecuencia con la que los padecemos. Esta relativa facilidad de contagio se debe a que l as vías principales por las que este sucede son la aérea y el contacto físico.  Es muy habitual que el contagio se produzca por haber inhalado las minúsculas gotas en suspensión que contienen el virus y se expanden por el aire cuando una persona que estaba a tu lado ha estornudado. También puede pasar lo mismo por estar cerca de una persona que, simplemente, está hablando. En ningún caso, se puede descartar que haya contagio por contacto físico cuando, por ejemplo, se toque un pañuelo, el pomo o simplemente estrechar la mano de otra persona.

 El contagio puede llegar en los dos o tres primeros días de que alguien con le que nos relacionamos pueda tener la enfermedad . Más o menos, se tardaría el mismo tiempo en sentir  los   síntomas e incluso se pueden llegar a demorar una semana, aunque se haya cogido el trancazo.

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