No obstante, las personas más propensas a padecer estos cortes de digestión son aquellas que tienen una patología de base cardiaca o que están tomando determinados medicamentos capaces de interferir en la regulación de la tensión arterial y frecuencia cardiaca. «Estas personas son las que tienen un mayor riesgo y las que deberían ser más cautos a la hora de comer, ingiriendo menores cantidades de comida y evitando la práctica de ejercicio físico o los cambios bruscos de temperatura mientras están haciendo la digestión», ha apostillado.
Ahora bien, a pesar de que los enfermos cardiacos son los más propensos a sufrir uno de estos episodios, el experto ha avisado de que también le puede pasar a los adultos y jóvenes sanos. De hecho, Palop ha asegurado que estas personas suelen sufrir desfallecimientos aunque ha advertido de que también pueden fallecer por un corte de digestión si éste se produce en el mar o en la piscina.
Entre los principales síntomas de estos episodios se encuentran los cuadros de enlentecimiento del tránsito intestinal, taquicardias, vómitos, diarrea, hipotensión, lipotimias y malestar generalizado. «El estómago, duodeno y el colon roban sangre al organismo para digerir la comida, por lo que si se expone el cuerpo a cambios bruscos de temperatura o a la práctica de ejercicio físico se puede producir una vasodilatación periférica, provocando una bajada de la tensión arterial, taquicardias, problemas circulatorios y, por tanto, un corte de digestión», ha apostillado el experto.
Por todo ello, el subdirector médico asistencial del Hospital Universitario de La Ribera ha destacado la importancia de protegerse de las altas temperaturas, no exponerse al sol, no darse «grandes comilonas», hidratarse «muy bien» y hacer deporte «con mesura» y pasadas varias horas después de la comida con el fin de evitar los cortes de digestión.