Según la 360º Wellbeing Survey 2019: Well and Beyond, el 71% de los españoles dice sufrir estrés. No obstante, no todo el mundo tiene claro qué significa el estrés, y en muchas ocasiones se confunde con la ansiedad. Estrés y ansiedad no son lo mismo, aunque comúnmente se usan como sinónimos y a veces aparecen juntos. Saber diferenciar ambos malestares es importante para definir con precisión su gravedad o intensidad.
Qué es el estrés
El estrés es un conjunto de reacciones fisiológicas que se presentan cuando una persona sufre un estado de tensión nerviosa que es resultado de alguna situación en su ámbito laboral o personal. El estrés no tiene por qué ser negativo, sino que en pequeños episodios puede ser positivo, como cuando ayuda a cumplir con una fecha límite.
Qué es la ansiedad
La ansiedad es un mecanismo defensivo y de alerta ante situaciones (internas o externas) que se consideran amenazantes. Su función es movilizar al organismo para mantenerlo dispuesto a intervenir frente a los riesgos y amenazas, de manera que no se produzcan o se minimicen las consecuencias. Es la ansiedad la que empuja a la persona a tomar la medida adecuada (huir, atacar…) según la naturaleza del peligro. No obstante, en ocasiones la ansiedad es desproporcionada con respecto a la situación o incluso se puede presentar en ausencia de peligro. Cuando la ansiedad se presenta en momentos inadecuados o es tan intensa que interfiere en las actividades cotidianas se considera un trastorno.
Diferencias entre estrés y ansiedad
El origen
El estrés es un fenómeno que ocurre cuando una persona no posee (o cree que no posee) las capacidades o el tiempo necesarios para afrontar una situación concreta. Por su parte la ansiedad puede aparecer tras una reacción de alerta, y puede asociarse con el miedo y la preocupación. Su origen en más difuso y hay veces en los que no se identifica el peligro que la desencadena o incluso no hay una razón objetiva para que se experimente.
La ansiedad es un síntoma del estrés
Una situación estresante provoca ansiedad como uno de sus síntomas, aunque también puede producir otros como depresión o dolores de cabeza. Es este caso el que puede generar la confusión entre ambos términos, ya que aquí aparecen juntos.
Factores desencadenantes
El estrés viene desencadenado por la presencia de unos factores estresores que pueden personas o situaciones concretas. El estrés, por tanto, se relaciona con el medio y está provocado por factores externos. La ansiedad, por el contrario, tiene que ver con factores psicológicos y emociones, y muchas veces es el propio individuo el que la desencadena. Suele tener origen en interpretaciones que pueden o no ser reales. Además, la ansiedad puede ser una respuesta emocional al estrés que continúa incluso después de que desaparezca el factor estresante.
Respecto a la intensidad objetiva
Reducir el estrés es posible eliminando el estímulo que lo provoca. Por ejemplo, si un escritor se estresa ante la próxima fecha de entrega de un manuscrito, una vez terminado el mismo el estrés desaparecerá. Por el contrario, la ansiedad patológica es una interpretación irracional sobre un peligro o preocupación. Su intensidad no es acorde a la situación objetiva.
Emociones que predominan
En el estrés hay sobre todo preocupación, un estado en el que se mezcla nerviosismo y frustración. En la ansiedad, sin embargo, lo que predomina es el miedo.
La percepción del tiempo
El estrés se suele relacionar con el presente y la ansiedad con el futuro. Cuando una persona está estresada siente que nunca va a terminar esa situación presente en la que está atrapada. En la ansiedad, sin embargo, la persona tiene temor por algo que podría llegar a ocurrir pero no ha ocurrido, anticipando habitualmente todo lo negativo que podría llegar a suceder.
Desaparición de los síntomas
Ya que el estrés está relacionado con un estímulo que lo desencadena, suele aparecer en un momento puntual. En algunas ocasiones este estrés puede ser más prolongado y se cronifica pero, una vez eliminado ese estímulo, el estrés desaparecerá. La ansiedad, por el contrario, tiende a perpetuarse. Se alimenta de una imaginación exacerbada y negativa y puede aparecer una y otra vez.