La persona que siente desapego por su trabajo puede tener más problemas para conciliar el sueño tras las vacaciones, según asegura el jefe de la Unidad de Trastornos del Sueño de la Clínica Ruber, el doctor Luis Domínguez.
A su juicio, los trastornos del sueño, «en principio, son benignos», aunque éstos también «son multifactoriales», por lo que su gravedad depende de otras circunstancias. Así, señala que, a veces, la vuelta al trabajo «no sólo es un cambio de ritmo horario, sino también ‘emocional'». De esta manera, Domínguez expone que uno se enfrenta a la realidad de su trabajo que, «a veces, es muy agradable y, en otras ocasiones, no tanto». Por ello, considera que existen personas cuya reincorporación es muy buena, mientras que para otras «supone un gran estrés».
Es precisamente en estas últimas en las que esta coyuntura hace que se pueda agravar «cualquier trastorno previo», como es el del sueño por haber estado en un periodo vacacional», sostiene. Por ello, manifiesta que la índole de éste «depende de que haya una patología previa o de que coincida con cuadros emocionales».
Ante ello, y si el trabajo desempeñado se transforma «en un suplicio», el experto indica que, sin importar la tarea que se ejerza, «se debe procurar entender que tener trabajo es una gran suerte». Para él, se puede ver la botella medio vacía o medio llena, ya que hacerlo de una u otra manera «no es lo mismo anímicamente». De cualquier forma, Domínguez manifiesta que los problemas para conciliar el sueño tras haber disfrutado de un tiempo de asueto no son exclusivos de estas personas, ya que las consultas por este motivo «aumentan un 15 por ciento en el mes de septiembre». La causa principal de éste la encuentra en el cambio de hábitos rutinarios como la hora de «despertarse y acostarse», aspectos que «modifican el ritmo circadiano», explica.
En este sentido, indica que lo que ocurre es similar «a lo que pasa con los viajes transoceánicos, al ‘jet lag’«. Sin embargo, asegura que se puede prevenir, para lo cual «lo ideal es intentar reincorporarse unos días antes al horario normal». Para el especialista de la Clínica Ruber ésta es una opción, aunque existe otra con más antelación aún, que no es otra que mantener unos horarios durante el descanso «más o menos iguales» a los que se siguen cuando no se está de vacaciones.
Tratamiento
Si las medidas de precaución no han sido adoptadas y los problemas con el sueño han comenzado, entonces señala que, «a veces, es necesario un tratamiento farmacológico», aunque expone que ello «depende de la edad y de la gravedad del problema». Si no se puede dormir ni descansar es el momento «de consultar al médico», ya que se puede dar el caso de que la causa sea que haya aparecido una enfermedad durante el verano, sostiene. De todas formas, declara que «muchas veces basta con aprender a relajarse un poco» para volver poder dormir.
Lo que sí rechaza tajantemente el especialista es el consumo «de forma espontánea» de pastillas para dormir, que «casi siempre entorpecen y complican el problema» al comportar la mayoría de ellas «más riesgos que beneficios». Diferente es, no obstante, su opinión acerca de los productos naturales, los cuales «están muy bien si les ayudan«, incluido por efecto placebo. En cuanto a la incidencia de este problema, Domínguez asegura que, a pesar de que la mujer «se adapta con más facilidad», ésta es similar en ambos sexos. Los que sí la sufren más son los niños, responsables del 10 por ciento del total de visitas al especialista y que, además, utilizan elementos electrónicos con luminosidad diferente, «lo que les afecta», indica.
El mismo problema causa el uso excesivo de gafas de sol, hábito que afecta a la secreción de melatonina, la cual es «muy importante» para regular el sueño y la vigilia de unos niños que deben dormir «no menos de diez horas diarias», afirma. Por su parte, el descanso mínimo para los adultos lo cifra «en ocho horas».