Casi a la vez que la de la gripe ordinaria, la campaña de vacunación contra la gripe A en los ambulatorios españoles comenzará previsiblemente en otoño, cuando el virus se alía con el frío para propagarse. La dosis se le administrará a «todo el que lo necesite» que, en números, viene a ser el 25-30% de la población, unos doce millones de personas, aunque habrá reservas para otro 10% más. Aunque las competencias en materia de vacunación y sanitarias están transferidas, el Gobierno adelantará ahora el pago de las dosis. Las comunidades autónomas deberán devolver el importe, estimado en 198 millones de euros, cuando quede definido el nuevo sistema de financiación autonómica.
El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud reunido ayer en Mérida establecía estas previsiones y en los próximos días la Comisión de Salud Pública del Sistema Nacional de Salud concretará los criterios de la compra de vacunas «siguiendo las recomendaciones que determinen las autoridades sanitarias de la OMS».
Aunque se fabricarán fuera de nuestras fronteras, porque aquí no hay plantas que puedan asumir una producción masiva, el Ministerio de Sanidad y las farmacéuticas se han puesto las pilas para que España tenga acceso a la vacuna de la nueva gripe «a la vez que el resto de los países europeos» y «a un buen precio». Con su sistema público de salud, España es un cliente privilegiado para los laboratorios, y Sanidad sabe que juega esta ronda a su favor.
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