Vivimos en el momento histórico en el que la información nunca antes había sido tan accesible y tan variada. Y cuando una persona desea buscar solución a sus dolencias físicas y/o emocionales ¿cómo sabe qué técnica y qué terapeuta serían los indicados en su caso? ¿Cómo criba tanta información?
En el mundo de la fisioterapia y de las terapias manuales se ha producido un resurgir exponencial de técnicas milenarias junto con la aparición de nuevos métodos de diagnóstico y tratamiento que, lejos de ser contrarios a la medicina tradicional, son complementarios.
A pesar de disponer de la tecnología y de gran aparatología, hoy por hoy, la sensibilidad y el tacto del terapeuta manual experimentado supera con creces a cualquier máquina. Por eso muchos profesionales de la salud trabajamos, casi en exclusiva, con nuestras manos; unas manos que sienten, escuchan y perciben dónde los tejidos del paciente están tensos; unas manos que saben hablar con el cuerpo, lo respetan y ayudan a éste en su proceso de autocorrección.
Un descubrimiento
Yo soy fisioterapeuta y hace 14 años conocí la Terapia Cráneo-sacral; no sé si les suena el nombre, pero para mí fue el gran descubrimiento de mi vida profesional e incluso personal, lo que buscaba, un modo de trabajar con el cuerpo respetando las leyes que rigen su funcionamiento: somos una unidad anatómica y funcional, todo está interrelacionado, poseemos en nuestro interior los medios necesarios (hormonas, sistema inmune, neurotransmisores, etc.), para autorregularnos y adaptarnos a cada nueva situación medioambiental e interna, y la integridad del sistema circulatorio es fundamental para la salud.
Nuestra función como terapeutas tendría que ser la de humildes ayudantes de esa sabiduría interna que es la única que realmente sabe cómo ayudar al paciente que viene a nuestra consulta.
¿Qué es?
La Terapia Cráneo-sacral tiene su origen en la Osteopatía (siglo XIX, EEUU), aunque es a finales del siglo XX cuando se expande por todo el mundo; te engancha por su simplicidad y suavidad, pero detrás hay una base teórica con muchos años de investigación y millones de pacientes que han logrado mejorar su salud gracias a esta técnica.
El sistema cráneo-sacral lo forman las meninges y el líquido cefalorraquídeo que rodean al sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal). A nadie le parece extraño poder palpar el ritmo cardíaco en cualquier parte del cuerpo, se entiende que el corazón con su bombeo de la sangre transmite ese pulso.
Ahora imagine que dentro de nuestro cabeza hay también «una especie de corazón» que produce y bombea el líquido cefalorraquídeo; eso es el ritmo cráneo-sacral, una pulsación mucho más lenta y diferente al ritmo cardiaco y al respiratorio y que es posible sentirlo en cualquier parte del cuerpo, pero sobretodo en cráneo, columna y sacro.
El terapeuta cráneo-sacral desarrolla la habilidad de sentir el estado del tejido fascial, es capaz de localizar sus restricciones y se ayuda del ritmo cráneo-sacral para la evaluación y el tratamiento.
Las fascias
Las fascias son el tejido corporal más extenso, para que lo entendamos serían las envolturas o medias que rodean cada uno de los órganos, músculos, nervios, todo está envuelto por fascia, y todas las fascias están relacionadas, son un continuo de la cabeza a los pies; si quitáramos todo y sólo dejáramos las fascias tendríamos un hombre transparente con sus formas totalmente definidas. El tejido fascial es donde incide principalmente nuestro tratamiento.
La Terapia Cráneo-sacral tiene un efecto muy directo y efectivo en el sistema nervioso y por su propio nombre conduce a la idea de que trabaja sólo el cráneo y el sacro, y aunque son puntos importantes en esta técnica, su alcance va mucho más allá.
Al ser tan respetuosa y no-invasiva no presenta contraindicaciones ni efectos secundarios; al ayudar al «médico interno» que todos poseemos en muestro interior el cuerpo se siente apoyado para solucionar las restricciones que lo mantenían descompensado y con un gasto energético en desequilibrio.
Indicaciones
Se preguntarán entonces en qué casos estaría indicada la Terapia Cráneo-sacral y yo, lejos de aburrirles con una larga lista de dolencias, les puedo decir que los problemas por los que me consultan mis clientes son muy variopintos: lesiones deportivas, dolor de cuello y espalda, migrañas, latigazo cervical, ayuda durante el embarazo, problemas mandibulares, nerviosismo, problemas viscerales y psicosomáticos, etc.
A veces, mis pacientes me cuentan lo extraña que les pareció su primera consulta, sobre todo cuando esperaban que como fisioterapeuta empezase a hacerles movilizaciones, ejercicios o un masaje profundo. Hasta yo sigo sorprendiéndome gratamente a diario de lo increíble que es nuestro funcionamiento interno, de cómo cada engranaje permite el equilibrio perfecto y de la sabiduría de las energías que recorren cada tejido de nuestra estructura física y emocional.