La disminución de la sensación de sed, los problemas de movilidad o la presencia de otras enfermedades, hace que muchas personas mayores tiendan a beber menos de lo necesario. Asimismo, con la llegada de las altas temperaturas es muy importante que controlen la ingesta de líquidos y no esperen a tener sed para beber, porque esta sensación suele aparecer cuando ya existe un cierto grado de deshidratación.
Con el objetivo de mejorar el conocimiento de los profesionales de la salud sobre la hidratación, y en concreto, en las personas mayores y ayudar a prevenir los procesos de deshidratación, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) ha elaborado el documento de consenso sobre «Pautas de hidratación con bebidas con sales minerales para las personas mayores».
Este Consenso tiene como objetivo ser un referente para los profesionales de la salud, a la hora de aconsejar sobre los requerimientos de hidratación y sales minerales que puedan ser necesarios en este colectivo, para mejorar el nivel de hidratación, reconocer los síntomas relativos a los procesos de deshidratación y prevenir su incidencia en este grupo de población.
En este sentido, los expertos que han participado en la elaboración de estas recomendaciones señalan que las bebidas con un contenido determinado de azúcares y de sales minerales, correctamente utilizadas, ayudan tanto en la prevención como en la corrección de los casos leves de deshidratación.
Consideraciones generales
Con la edad, el mecanismo de termorregulación se ve alterado, lo que provoca una disminución en la sensación de sed, por lo que las personas mayores son más propensas a sufrir las consecuencias de la deshidratación.
Según señala el Dr. Jaime Rodríguez Salazar, vicesecretario de la SEGG y del Servicio de Geriatría del Hospital de Leganés de Madrid «la sed es una señal de alarma que nos avisa que hay que beber. No es saludable esperar a tener esta sensación, especialmente en las personas mayores, ya que puede pasar desapercibida; por el contrario, se recomienda beber sin esperar a tener sed».
Esta situación hace difícil llegar al objetivo de alcanzar la cantidad de líquido que se debe ingerir diariamente en personas adultas y que está comprendida entre 3 y 3,5 litros en los varones, y entre 2 y 2,7 litros en las mujeres.
En este sentido, el Dr. Rodríguez Salazar comenta que «se recomienda consumir diariamente unos 6-8 vasos de líquido, fundamentalmente agua, además de otras bebidas y el agua contenida en los alimentos (que puede suponer el 25% del total). Hay que beber la cantidad recomendada aunque no se tenga sed. En ambientes calurosos es necesario aumentar la cantidad de líquido ingerido (como norma, un vaso por cada 0C que supere los 370 C.»
Asimismo, el documento de consenso señala que hay que prestar atención muy especial a las situaciones que pueden favorecer la deshidratación, como el calor y la sequedad ambiental, la fiebre, las diarreas, los vómitos, el consumo inadecuado de alcohol, etc. «Es aconsejable realizar actividades físicas fuera de las horas centrales de días calurosos, sin usar excesivas prendas de abrigo (usando las que permitan una correcta transpiración), ni sometiéndose a una exposición exagerada al sol», afirma la Dra. Ángela Casado, del Departamento de Medicina Celular y Molecular del Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC.
Los síntomas que orientan hacia un cuadro de deshidratación en las personas mayores pueden ser inespecíficos y presentarse tardíamente. «Los más frecuentes son, entre otros, sed, sequedad de mucosas y piel, disminución de la cantidad de orina, estreñimiento y, en casos más grave, pérdida brusca de peso, orina oscura y concentrada, somnolencia, cefalea, síndrome confusional y fatiga extrema», añade Dra. Ángela Casado.
Agua y otras bebidas con un contenido determinado de azúcares y sales minerales
Según el Dr. Primitivo Ramos Cordero, presidente de la Sociedad Madrileña de Geriatría y Gerontología, «el agua y otras bebidas con un contenido controlado de azúcares de absorción rápida y sales minerales son clave para asegurar una buena hidratación». Asimismo, explica el Dr. Ramos Cordero, en situaciones de deshidratación leve como las mencionadas anteriormente, estas bebidas facilitan una mejor rehidratación. Los distintos sabores, al mejorar la palatabilidad, facilitan la ingesta y un adecuado aporte de líquidos, especialmente en las personas mayores.
En este sentido, el Dr. Ramos Cordero añade que las bebidas alcohólicas no son adecuadas para evitar la deshidratación, e incluso pueden llegar a provocarla, por lo que no es aconsejable su ingesta para este fin.
Además de los líquidos, en las personas mayores, el Dr. Rodríguez Salazar explica que ciertos alimentos con un alto contenido en agua pueden ayudarles a mantener un adecuado nivel de hidratación: frutas y verduras (melón, sandía, fresa, pomelo, uva, naranja, tomate, zanahoria, pepino, calabaza, etc.)»
Igualmente, deben evitarse las comidas copiosas, y en estos casos se requiere un aporte suplementario de bebida. El médico deberá conocer los cambios de dieta de las personas mayores de cara a ajustar las recomendaciones específicas de hidratación.
Respecto a la utilización de ciertos medicamentos (diuréticos, laxantes, etc.) de forma habitual, Dra. Ángela Casado subraya que «puede afectar al estado de hidratación. Es necesario consultar al médico».
Asimismo, si existen problemas de deglución (disfagia) deberán tomarse las medidas necesarias para garantizar una adecuada hidratación, como el uso de espesantes, agua gelificada o presentación específica de líquidos (gelatinas), de forma que se obtenga una textura o densidad homogénea (triturados, etc.): se deben evitar en estos casos los alimentos con distintas densidades (por ejemplo, sopa con fideos).
Ante situaciones de actividad física superiores a las habituales, el documento recoge que las pérdidas de agua y sales minerales aumentan, por lo que se necesita una mayor reposición de éstas, incluso por encima de los tres litros en función de la intensidad y duración del ejercicio realizado.
«Algunas personas mayores restringen a menudo erróneamente la ingesta de líquidos para paliar la incontinencia urinaria (especialmente en aquellos casos con urgencia miccional). Las situaciones más representativas ocurren en horario nocturno (nicturia) y en las salidas fuera del domicilio», concluye el Dr. Rodríguez Salazar.
Recomendaciones generales de hidratación en las personas mayores
Estas recomendaciones van dirigidas a las personas mayores en general. En personas con determinadas patologías, como es el caso, entre otras, de enfermedades severas y avanzadas renales, cardiacas, hepáticas u otras circunstancias, puede estar contraindicada la sobrecarga de líquidos, por lo que se debe consultar con el médico antes de modificar sus pautas de hidratación.
Estos consejos, no deben limitarse sólo a la etapa estival.
• Beber diariamente una ingesta adecuada de líquidos (mínimo 2 litros/día), fundamentalmente agua y otro tipo de bebidas y alimentos con alto porcentaje de agua que facilitan el cumplimiento de ingesta de líquidos.
• Ante ciertas situaciones se debe aumentar la ingesta total diaria pudiendo llegar a ser superior a 3 litros (estrés, ejercicio físico, condiciones ambientales, aumento de la temperatura corporal, vómitos, diarrea…).
• La ingesta deberá ser gradual, siendo mayor por la mañana y media tarde, para disminuir la frecuencia de micciones nocturnas.
• Es muy aconsejable ingerir 1-2 vasos de agua al levantarse, pues produce un efecto peristáltico y evita el estreñimiento.
• En cada comida principal, se deberá tomar un vaso de agua, ya que facilita la ingestión de sólidos. Se deben evitar cantidades superiores, pues producen saciedad por el llenado gástrico.
• El resto de líquidos se deberá repartir en los periodos entre comidas.
• La ingesta de líquidos debe ser variada y puede provenir de alimentos (frutas, verduras, caldos,…) o bebidas (agua, zumos, infusiones, refrescos, bebidas con sales minerales…).
• Sólo se restringirá la ingesta o tipo de líquidos por indicación médica (consulte con su médico si presenta insuficiencia cardíaca, renal o hepática, etc.).
• La temperatura del líquido ingerido debe estar entre 11º C y 14º C.
• Los sabores variados favorecen la ingesta adecuada de líquido.