Verano. La estación se presta a retomar cuidados que se olvidaron en el frío invierno y que pasan por prestar una especial atención a la hidratación, usar fotoprotectores así como gafas y sombreros, no pasarse con la actividad deportiva y evitar la exposición solar en las horas de mayor intensidad
En el ámbito de la protección y cuidado de la piel, el verano presenta unas características muy especiales ta que estamos obligados a tomar las precauciones tradicionales frente al sol, incluso reforzarlas.
A través de campañas muy eficaces, en las que la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) ha jugado un papel fundamental, se ha logrado concienciar a la población sobre cómo protegerse adecuadamente del sol, evitando desde consecuencias leves, como lesiones superficiales, hasta las más graves, como el melanoma. El sol puede ser un excelente amigo, que nos obsequia con vitamina D, fundamental para el reforzamiento óseo, pero también un terrible enemigo, capaz de provocar cáncer de piel.
En verano posiblemente es cuando más se piensa en los afectos buenos y malos, positivos o negativos del sol. Y la primera conclusión a la que llegamos es a la de que contamos con armas muy eficaces, como la foto protección, una vida y una dieta saludables, unas rutinas de cuidado y protección de la piel rigurosas y, sobre todo, la especialidad de dermatología, con excelentes profesionales. En nuestra mano está el utilizar estas sencillas herramientas para garantizar, tanto el mantenimiento de una piel sana, como el control de las patologías que pongan en riesgo su salud.
La piel se olvida en invierno
La piel suele ser la gran olvidada salvo cuando se acercan los calores del verano y empezamos a planificar la consiguiente salida a las playas. Es entonces cuando bastantes personas se dan cuenta de lo olvidada que han tenido la piel, y, frecuentemente, también su peso durante los meses del largo invierno.
El hecho de que, por necesidades de protección frente al frío, nuestro cuerpo permanezca oculto bajo la ropa, no garantiza que no puedan desarrollarse afecciones peligrosas para la piel o que no se acumule un sobrepeso que acabe perjudicando seriamente la salud. Es necesario cuidarse por el propio interés y no sólo para que los demás alaben nuestra belleza. Una mancha en la piel o unos kilos de más no es sólo una mera cuestión estética. Estos descuidos pueden desembocar en patologías como el cáncer de piel o en una obesidad que supone un riesgo importante para la salud.
En verano
El verano parece que lo cambia todo. Es cuando recuperamos la memoria y nos planteamos una rutina que nos compense el olvido de los meses anteriores. Aunque la rutina es la del recuerdo de los especialistas que repiten que tras una larga exposición a los rayos del sol resulta imprescindible hidratar muy bien la piel aparte de indicar otros consejos saludables aunque, para muchas personas, lo importante sea el aspecto físico personal.
Pero está claro que sea por salud o por estética, en verano se debe empezar por una serie de cuidados básicos, como una adecuada hidratación, una protección segura utilizando fotoprotectores, gafas de sol, sombreros, ropa adecuada y evitando las horas de máxima insolación.
El ansiado moreno de la piel puede conseguirse a través de las adecuadas cremas autobronceadoras, más aconsejables que las sesiones de rayos UVA. El verano constituye una incitación a mostrar una piel que la ropa de abrigo ha mantenido oculta durante los días fríos. Pero esa piel exige ser protegida adecuada y cuidadosamente, para no lamentar esos efectos del fotoenvejecimiento que los dermatólogos ven como aumentan año tras año.
En este tiempo es básico también hacer uso de la observación y estar atentos a la aparición de cualquier lesión pigmentada en la piel para, a la mínima sospecha, acudir al dermatólogo. Una consulta a tiempo puede ahorrar muchos y serios disgustos.
En verano hay que tener en cuenta que los días son más largos que las noches. Por eso, la hora del sol es también la hora del dermatólogo, porque se trata del especialista adecuado para aconsejar sobre cómo disfrutar de la exposición solar, maximizando los beneficios y evitando todo lo que pone en riesgo nuestra salud. Sería muy oportuno recuperar los hábitos saludables olvidados y hacer un firme propósito de que tal olvido no vuelva a repetirse. Primero, por nuestro propio bien y si, además, los demás nos alaban mucho mejor.
Entre los consejos, el que no se realice una exposición cuando el sol es más intenso, usar sombrero y gafas de sol, utilizar un fotoprotector adecuado al tipo de piel que se tenga, extremar las precauciones en las personas de piel clara, en ancianos, mujeres embarazadas y niños, usar fotoprotector también en los días nublados, procurar que el bronceado sea progresivo, tener cuidado si se está tomando medicación y en especial si son medicamentos fotosensibles, extremar las precauciones en la práctica de deportes de alta montaña o en el mar, no usar perfumes ni colonias antes y después de la exposición solar y. muy especialmente, después de estar al sol es muy importante hidratar bien la piel.