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La mente sólo se mantiene fresca si se la hace trabajar

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Un nivel educativo alto, la realización de tareas de índole intelectual y hablar varios idiomas ayudan a retrasar la aparición de demencias seniles, entre ellas la enfermedad de Alzheimer. Por el contrario, los factores cerebrovasculares, como la diabetes, la hipertensión o la obesidad, contribuyen al adelanto de este tipo de enfermedades.

Unas 700.000 personas padecen en España demencias seniles, según datos de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), que subraya que estas dolencias representan la patología psiquiátrica con el potencial de crecimiento más importante en los próximos treinta años. Un 8% de las personas mayores de 65 años están aquejadas de demencias seniles. Sin embargo, a partir de los 80 años, la prevalencia de estas enfermedades crece exponencialmente, según explica Manuel Martín, psiquiatra, director del Instituto de Investigaciones Psiquiátricas y secretario de la SEP. A la luz de los cambios demográficos que se avecinan y del aumento de la longevidad, se estima que el número de afectados por demencias seniles se duplicará en los próximos 20 años.

La pérdida de memoria no lleva aparejado necesariamente el surgimiento de estas enfermedades neurodegenerativas. No en vano, la memoria se empieza a perder a partir de los 25 años, lo cual se compensa con el despliegue de otras estrategias. Como subraya Martín, no todas las funciones cerebrales decaen con la edad. De hecho, para identificar la existencia de demencia senil es necesario que se dé un déficit funcional en actividades instrumentales, de manera que el individuo se vea incapaz de hacer compras, tomar el transporte público, atender llamadas telefónicas o cocinar, por poner varios ejemplos.

Además del deterioro cognitivo, el paciente experimenta en la mayoría de los casos una serie de síntomas psiquiátricos y alteraciones del comportamiento como depresión, psicosis, insomnio, agitación, apatía, cambios de personalidad y agresividad. El 90% de los enfermos va a sufrir al menos alguno de estos síntomas, lo que entraña un mayor riesgo de que el enfermo sea internado en una residencia geriátrica, que siempre debe ser el último recurso.

El alzhéimer supone el 60% de los casos de demencia, de modo que alrededor de 500.000 personas lo padecen. Por ahora se ignora el origen de la dolencia, si bien se han formulado algunas hipótesis. Varios estudios apuntan a que la génesis del mal de Alzheimer estriba «en el depósito anómalo de una serie de proteínas que se metabolizan mal, entre ellas la beta-amiloide», señala Manuel Martín.

Apenas un 10% de los casos de Alzheimer tiene carácter hereditario, por lo que los expertos desaconsejan el estudio genético para saber la predisposición a sufrirlo. Con todo, existen factores genéticos de riesgo, especialmente si acontece una determinada configuración de la apolipoproteína E. Así las cosas, el riesgo de heredar la enfermedad vendría determinado por la configuración de esta molécula, así como por las mutaciones en los cromosomas 1, 14 o 21 que condicionan un alzhéimer hereditario precoz.

 

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